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Respuestas a color: The Rachel Divide, de Laura Brownson

05 de mayo de 2018
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¿No están cansados de los extremismos? ¿No les molesta ni siquiera un poco que hoy estemos rodeados de polos opuestos, de verdades indiscutibles, de preguntas de sí o no, como si necesariamente tuviéramos que ver la vida en blanco y negro? Si están hastiados, como yo, de las respuestas sin dudas de los candidatos sin ideas propias, tal vez The Rachel divide, el documental de Laura Brownson estrenado globalmente en Netflix hace muy poco, sea la película que necesitamos ver durante estos días.

Porque documenta la vida de Rachel Dolezal, aquella activista de la que se burlaron todos los programas de opinión y todos los comediantes estadounidenses en 2015 cuando se descubrió que, a pesar de ser la presidenta por varios años de la Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color (NAACP, por sus siglas en inglés) en Spokane, Washington, Dolezal en realidad era blanca y rubia de nacimiento. “Una loca mentirosa”, fue la respuesta que se nos ocurrió a todos, cuando vimos como un periodista la “desenmascaró” en una entrevista. Una respuesta fácil que es una sentencia, como las que formulamos en un tuit o en un post casi a diario, porque necesitamos tener opiniones concretas y claras sobre todo, ¡no vaya a ser que alguien nos tome por quién sabe quién!

¿Pero no cambiaría al menos un poco nuestra “contundente” opinión si supiéramos que Dolezal realmente tiene una hermana negra y un par de hijos negros?, ¿o si nos enteráramos de que el periodista “investigativo” recibió la información de un detective que quería desacreditar a Dolezal antes de que diera testimonio en un juicio? La principal fortaleza del documental que Laura Brownson filma con sensibilidad, logrando crear una sensación de intimidad real con las personas frente a su lente, es que consigue ir desarmando nuestras certezas escena por escena, sin necesidad de que ella misma tome posición. Porque a pesar de que se preocupa por retratar a esta mujer de forma completa, acompañándola en momentos cotidianos, nunca está de su parte, y la cuestiona en momentos claves, como cuando le pregunta por qué sigue haciendo publicaciones en redes sociales, si sabe que con ellas sólo va a incitar más la violencia de las personas que están en su contra.

Una pregunta que podríamos hacerles a muchos también en Colombia.

Ahora bien, ¿me parece interesante a mí y hasta respetable que una mujer blanca haya “decidido” ser negra porque yo mismo, yo espectador, soy blanco? ¿No pensaría, si fuera negro, que las acciones de Dolezal son un insulto a mi memoria y a la historia? ¿En un mundo donde hemos finalmente aceptado que hay personas transgénero y que “sentirse” hombre o mujer es un argumento de peso para asumir una identidad, no es válido que hablemos también de personas transraciales?

No hay respuestas fáciles para estas preguntas. O sí las hay, pero igual que las soluciones políticas fáciles, no son confiables. Porque las respuestas fáciles solo indican que olvidamos dudar. Que reemplazamos la razón por la fe.

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