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Juan David Villa

Periodista y editor de textos

Ortografía para todos: un consejo para detectar errores ortográficos

hace 23 horas
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  • Ortografía para todos: un consejo para detectar errores ortográficos

“Persecusión a cristianos en Nigeria, ¿qué pasa?”.

Es este el titular de un artículo publicado aquí, en El Colombiano. Me lo envió un lector que muy buen ojo ortográfico ha cosechado. Persecución es con c en -ción, no con s, eso está claro. Repetiré siempre que el diablo existe y se aparece cuando publicamos: el error invisible antes de la publicación resulta evidente después de la publicación. Yo confieso que no tengo buena ortografía y que muchas veces debo consultar el diccionario, o acudir a Google. Fácilmente se me olvida si elige tiene g o j. De hecho, recuerdo que una vez, dentro de la columna que bondadosamente me publicaba El Mundo, escribí elije en lugar de elige. Elije es elijar, un raro verbo, y elige es, obviamente, elegir. Olvido fácilmente si una palabra tiene —cion o —sion, si es con g o con j.

Los correctores automáticos son una herramienta esencial para mi trabajo. Jamás envío un texto editado sin pasarlo por uno. Jamás. Así las cosas, quiero dividir los errores en tres grupos: aquellos que el corrector no detecta, aquellos ante los cuales el corrector no es plenamente confiable y aquellos que el corrector siempre detecta.

“‘Vasta’, le gritó su jefe”. El corrector no puede distinguir aquí entre basta y vasta. Es un problema de sentido que nos obliga a recurrir al contexto (el corrector automático no entiende mucho de contextos). Podemos inferir, un procedimiento complejo que el corrector no puede ejecutar, que el jefe le está exigiendo que se detenga, que no insista, por lo cual la palabra sería basta.

“El llegó tarde a casa”. Pasé este enunciado por dos correctores. Uno detectó el error, el otro no. Ese él es pronombre (es tónico) y debe llevar tilde (diacrítica). El corrector no es plenamente confiable, porque no es este un error plano, sino uno que ocurre en un contexto específico. Nos exige la ejecución de una “interpretación” que nos permite diferenciar entre el y él.

“Tiene un gran corasón”. El corrector automático es infalible. No tenemos nada que interpretar ni, mucho menos, inferir. Corazón es con z, no es más. No tiene mellizo, como sí lo tienen basta y él.

Persecusión entra, sin duda, en esta última categoría. Colegas, jamás publiquen sus textos sin pasarlos por un corrector. En este momento, mientras escribo, el corrector me está marcando con rojo la palabra persecusión. Más todavía, si oprimo la barra espaciadora después de la susodicha, me la corrige solito.

En la edición, nada hay más riesgoso que aquello que es evidente y simple. El diablo está en lo evidente.

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Juan David Villa

Periodista y editor de textos

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