La voz de Marta Gómez es como el viento, nos da paz, oxígeno, nos acaricia con dulzura, nos cuenta historias y nos representa con fuerza en todo el mundo. Sí, es una de las voces actuales que suenan a Colombia, que enriquecen nuestra idiosincrasia sonora y musical y que siendo actual, no deja de reflejarnos paisajes, nuestra selva, nuestros campesinos, nuestro caribe y nuestra montaña.
¿Qué pensar de una mujer colombiana que por su voz es comparada con Mercedes Sosa? Demasiadas cosas por pensar, pero más que compararla con la voz de la Negra, hay que decir que es genuina, valiente y representa el pasado, presente y futuro de la canción latinoamericana.
Ella nació cantando, pues desde la cuna, aún sin pronunciar palabras, hacía sonidos para arrullarse. Su vida ha estado marcada por eso, por la música, por la cotidianidad del sonido y por regalarnos canciones que parecen complejas, y lo son, pero en realidad son solo vida y sonido.
Marta inició su carrera musical con cuatro años cantando en el coro del Liceo Benalcázar, en Cali, Colombia. En el verano de 1999 Marta viajó a Boston para ingresar a Berklee, donde más tarde recibió el premio de composición Alex Ulanowsky por su bambuco Confesión antes de graduarse Magna cum laude en el 2002.
En el año 2003, Marta fue escogida por la famosa cantante norteamericana de blues Bonnie Raitt para abrir su concierto al lado del joven ganador del Grammy, John Mayer y más tarde Marta fue la invitada especial en el concierto de la gran cantora argentina Mercedes Sosa. Ahí empezó una gran influencia.
Graduada con honores de Berklee College of Music luego de recibir la beca “Best Achievement”, Marta ha desarrollado una carrera artística que la posiciona como una de las compositoras e intérpretes más destacadas de la actual escena musical internacional. Fue nominada en el 2005 a los premios Billboard de la música latina en la categoría Jazz Latino, junto a Paco De Lucía, Gonzalo Rubalcaba y Néstor Torres, y ha sido calificada por la prensa como una cantante con una “voz exquisita”. El diario Los Angeles Times la describió como “un talento excepcional con una voz sublime”.
Pero más allá de los estudios, de las críticas especializadas, de los reconocimientos al trabajo, de las nominaciones a los Grammy, los premios internacionales y de las excepcionales canciones, hay que hablar con orgullo de Marta, porque con una voz y una guitarra ha conseguido el respeto y la identidad de todo un país en el mundo. Y lo ha conseguido por el simple amor a cantar, y a convertir su vida en una melodía interminable.
Y si uno habla con orgullo de Totó la Momposina, Teresita Gómez, Blanca Uribe, Andrea Echeverri, Cynthia Montaño, Helenita Vargas, Matilde Díaz, Petrona Martínez, entre muchas otras, pues en esta ocasión quiero hablar de Marta, porque la admiramos, porque más que premios, reconocimientos y creaciones, ha logrado reflejar el sentir de un país que ahora es referente musical, y ella, uno más de los eslabones imprescindibles para hablar de este momento maravilloso que nos tocó vivir en Colombia.
Y si el silencio es hermoso en soledad, en la noche o en la madrugada, yo prefiero que me susurre con el viento, convertido en voz, en la voz de Martha Gómez.