La retaguardia en temas de estrategia militar no es más que la parte del ejército que va detrás de la vanguardia y en términos generales, lo atrasado, lo rezagado.
Como cada año, Madrid Fusión pone a toda la comidilla de la cocina a hablar del encuentro, que para muchos, es el culmen de la culinaria mundial, la cita para los más, más, la copa mundo de los mejores, los machos alfa marcando territorio, son la luz que ilumina el universo. Desde mi punto de vista, la feria esta no es algo diferente a una vitrina para ensalzar egos, adobar prepotencias y sazonar la diferencia entre los más ricos y los más pobres. Aclaro, los más ricos en términos de dinero, son los más pobres en diversidad, mientras los más pobres en plata, tienen las despensas más amplias.
MF 2016, como se rotula, presenta la décimo cuarta edición y dicen ellos: “España vuelve a convertirse por unos días en epicentro mundial de la cocina”. Muy clara la humildad de sus organizadores. Su frase de campaña es: “el lenguaje de la post vanguardia”.
Aún puedo escuchar en mi memoria algunos importantes críticos españoles y cocineros, conversar, luego de salir de una cena en cualquiera de los más prestigiosos restaurantes bogotanos. Hablaban y repetían lo atrasados que estamos, hacían énfasis en las decoraciones pasadas de moda de los platos y las comparaban con los estilos que en España se usaron hace más de quince años.
Se supone que la avanzada española recibió las banderas de la nouvelle cousine, las ensanchó y redecoró. Hoy el mundo culinario debe creerle a pie juntillas, a los cocineros españoles.
Ahora mi colofón. Si la vanguardia va adelante y post es un prefijo que define lo que va después, quiere decir que post vanguardia es un eufemismo para evitar calificar a los invitados, ojo, no los franceses, no los españoles, no los nórdicos, no los norteamericanos, sino al resto, los atrasados, los que les falta, los de la retaguardia.
Pues bien señores, a mí no me interesa que seamos la posvanguardia de nadie. Yo quiero que seamos nuestra propia vanguardia. Si fuéramos un poquitín más serios, no iríamos a estos eventos ni a palos, nos deberíamos dedicar a lo nuestro. Que vengan ellos que son la delantera, que nos conquisten y nos colonicen de nuevo a ver si son capaces, porque lo que tenemos acá señores es oro y si nos vamos a ir hasta España a llevárselo, estamos miccionando fuera del tiesto.
Siempre lo he dicho y lo repetiré, antes de pensar en convencer a los extranjeros de que somos buenos, creamos nosotros el cuento, investiguemos, estudiemos, leamos y practiquemos, mostremos nuestro potencial sin esperar la sonrisa beneplácita del foráneo, la palmadita en el hombro y la condescendencia socarrona. La idea no es ser petulantes, es darle valor a lo que somos y seducir a nuestros comensales y a nosotros mismos con la riqueza de nuestros ingredientes y la calidad y capacidad de nuestros cocineros. Solo así, personajes como los de Madrid Fusión, nos van a respetar. Ir a MF y creerse el cuento de que el país quedará por lo alto, es lo mismo que estar convencidos de que el cobayo es feliz de ser parte de un laboratorio de inmunología.