Obra escrita en veintiocho espasmos (así denomina el dramaturgo las escenas) y a fe que cada instancia del personaje es un espasmo. Tan visceral la actuación de este Drama en Gentes que sin solución de continuidad en escasas dos horas dan cuenta de los intensos cuarenta y siete años de Fernando Pessoa. Una vida que es en sí misma un poema, un extenso poema, y un drama.
Tras este ser de vida cotidiana un tanto anodina, encargado de las cartas comerciales de una compañía naviera y traductor, Pessoa recurre magistralmente a desdoblarse en otros seres, sus heterónimos, les da esencia vital, palabra y nombre y son estos personajes que le habitan de los que se sirve esta puesta en escena para desarrollar su conflicto, este ser -plural como el universo- es asumido en sus diversos roles por el elenco, sin importar el sexo. Siete son los actores que asumen el drama, uno encarnará a Pessoa, el del conflicto diverso, los demás serán sus otros: Álvaro de Campos, Ricardo Reis, Bernardo de Soares, Alberto Caeiro, Mário de Sá-Carneiro, entre muchos cercanos al centenar.
Si su infancia fue marcada por las vivencias de su abuela materna, Dionisia, de quien se dice sufría de una suerte de locura cíclica, su adultez no estaría exenta de sus propios desvaríos y desencuentros con su hermana menor, Madalena Henriqueta, con quien le sucede un episodio de delirium tremens, que sirve para el primer espasmo de la pieza. Un amor incierto a media agua entre el desinterés y el desamor, le lleva a una correspondencia desesperada, diríase unilateral, con su única novia, Ofelia Queirós. Su poesía trasciende el mero ámbito de la vivencia personal y anecdótica y en la prosa el Libro del Desasosiego resulta casi un testamento.
Llevar a escena a Pessoa como personaje, su ser múltiple, requiere de un halo poético y de una mirada personal y apasionada que ausculte su propia poesía. Es allí donde radica la apuesta que hace Moyano, parte de un poema de Juan Manuel Roca dedicado a Pessoa que deviene en dramaturgia, es el pretexto para poetizar la vida y obra del poeta portugués por antonomasia. Personaje increpado por sus otras voces y por las tres mujeres que le influenciaron; entrelaza sus poemas, pone a dialogar entre sí los Alter Ego del poeta, trastoca sus poemas autobiográficos, intercala estas voces en tres idiomas: español, ingles y portugués, aprovecha la musicalidad de éste para acercarse a la polifonía.
Prescinde de escenografía y se vale de lo esencial, el personaje, los personajes, su máquina de escribir simbolizada en su onomatopeya, el sonido del papel, la hoja en blanco, es ahora el lienzo para pintar el poema escénico. En contraste con el vestuario negro y el sombrero negro que siempre lució el poeta lusitano. Desdoblamientos de actores y personajes que una y otra vez recorren el camino de ida y vuelta de eterno heterónimo. Sólo color en el vestuario de Ofelia, carmesí y en la hermana Madalena, en traje morado berenjena y la abuela, Dionisia con su chalina azul celeste.
La versatilidad del actor, su entrenamiento físico, su amalgamiento con el personaje le imprime carácter a sus diversos roles, el tono de las voces realza el poema, no hay declamación ni recitación, se desnuda el poema y la voz del poeta emerge de entre las ruinas de su propia cirrosis, se hace carne y Pessoa habita entre nosotros gracias al perenne milagro del teatro.
La obra se puede ver esta noche a las siete en el Teatro Pablo Tobón Uribe.