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El significado de la soledad “La trinchera infinita”, de Aitor Arregi, Jon Garaño y Jose Mari Goenaga

23 de marzo de 2020
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Encerrarse para huir de la desgracia. Angustiarse por no poder salir a abrazar a los que quieres. Son frases que expresan lo que muchos viviremos o sentiremos en las próximas semanas y que nos acompañarán por un tiempo. Porque a veces las películas llegan a nuestras vidas justo cuando las necesitábamos, se puede ver en Netflix “La trinchera infinita”, ganadora del premio del jurado al Mejor guión en la última edición del Festival de Cine de San Sebastián. Una historia de ficción muy bien construida, basada en los casos reales de los “topos”, los miembros del bando republicano que tras la Guerra Civil tuvieron que vivir escondidos para evitar que la dictadura franquista los fusilara o los llevara presos. Tomando como escenario un pueblo sin nombre de Andalucía, nos presentan a Higinio, quien alcanza a escaparse de la primera batida de los falangistas y consigue refugiarse en el hogar de recién casado que comparte con Rosa, donde previsoramente había cavado un hueco para esconderse, porque sabía que cuando sus adversarios políticos tomaran el poder, se desquitarían por las ejecuciones que algunos de sus compañeros habían ordenado cuando estaban al mando del pueblo. Porque la violencia sólo para cuando alguien decide perdonar las ofensas.

Si algo tiene de bueno el premiado guión de Luiso Berdejo y Jose Mari Goenaga es que consigue transmitir muchas de las emociones por las que puede pasar una persona que ni siquiera puede disfrutar de la luz del sol, porque en aquellas casas no había patio ni balcón. Higinio amará y será amado, pero no podrá construir esos gestos que hacen el amor, como las caminatas por la calle cogidos de la mano, o la respuesta alegre a quien pregunte si algún niño que juega cerca es nuestro hijo. Gracias a un muy buen trabajo de maquillaje y a las extraordinarias actuaciones de la pareja protagonista, Antonio de la Torre y Belén Cuesta, percibiremos de qué manera el tiempo y el encierro van deteriorándolo todo, los objetos y las pieles, las palabras y los gestos, y por qué la voluntad y la fortaleza son necesarias para que las ideas y los sentimientos que albergamos en la mente y en el alma, nos sigan haciendo compañía.

Sin querer los tres directores consiguen, al contar una historia del pasado, darnos ánimo en el presente. ¿Cómo quejarnos de una cuarentena de semanas, en la que podemos llamar por teléfono a nuestros amigos y cenar en la misma mesa con nuestra familia, ante un aislamiento que se prolongó por décadas? ¿De qué renegamos si contamos con iniciativas de solidaridad y tenemos la música y los libros y las charlas con nuestros parientes? “La trinchera infinita” nos da un hermoso regalo en estos tiempos. Nos permite valorar nuestra situación en su justa medida, y entender que la verdadera soledad no es la de esta cuarentena, en la que nos refugiamos en nuestras casas para cuidarnos entre todos. Que la soledad real es la de los hombres y mujeres abandonados a su suerte, víctimas de las circunstancias. De esos a quienes tenemos el deber social de ayudar.

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