Nos ponemos cómodos e introducimos los audífonos en las orejas. El estudio, la oficina, el metro, cualquier lugar sirve. Vemos videos, fotos, nos separamos del mundo, metidos en el mundo mismo. No nos queremos mojar, por eso nos sumergimos en la piscina. Cada uno quiere aislarse, meterse en su burbuja, dentro de la gran burbuja.
La conectividad que creemos poseer no nos deja ver lo desconectados que en realidad estamos del mundo, del país, de la situación, de nuestro vecino. Tenemos televisores y teléfonos inteligentes que no requieren usuarios inteligentes, relojes que marcan cuántos pasos caminamos, las calorías consumidas y hasta dan la hora. La vida es un video, la televisión se volvió video, los periódicos transmiten por internet, la radio ahora es video, no es tv, ya es radio televisada, radio video.
Así sucesivamente nos llega más y más información, que en lugar de lograr justo eso, informarnos, nos mal informa, nos hastía, nos cansa. Sabemos más de Corea del Norte que de Carolina del Príncipe. Una noticia se prende, quema y extingue en cinco días. Vivimos desconectados en un mundo multiconectado, es posible que la única manera de que nos conectemos, de que salgamos a tomar aire, de que reaccionemos, es si la realidad nos toca de frente. La sociedad del espectáculo devora información, entretenimiento, escándalo, es la comida de los desconectados.
Una de tantas noticias que pasó por ahí, en ese mar de información y a nadie le importó, es la reducción del presupuesto para el Plan de Alimentación Escolar, PAE. El Gobierno Nacional redujo el 50 % en la inversión para este programa, que busca el acceso con permanencia de los niños, niñas y adolescentes en el sistema educativo oficial, a través del suministro de un complemento alimentario durante la jornada escolar. En junio, cerca de 270.000 estudiantes que, por diferentes razones, no tienen una comida completa en sus hogares, se quedarán sin el servicio de alimentación.
Los otros seguiremos preocupados por escoger el mejor restaurante de la ciudad, replicando el video del arroz plástico, conectados a las recetas saludables y desconectados de la realidad del vecino, ese de aquí al lado, ese paisa igual a usted o a mí, que no tendrá qué comer en su escuela el primero de junio.