La esperanza nuestra es que este año se firme el acuerdo con las Farc. Sabiendo que eso es solo el principio: lo que sigue requerirá un esfuerzo muy grande de todos los colombianos para entender realmente y a fondo qué es un proceso de paz. Muchos aún tienen grandes dificultades en aceptar que los guerrilleros participen en la vida nacional a través de la representación política. Sin embargo, no es pensable que una guerrilla como las Farc entregue las armas solo para desaparecer del horizonte político. Es importante que oigamos lo que ellos tienen que decir, que los rebatamos, que debatamos con ellos, por supuesto, pero ese espacio es necesario para un verdadero proceso de paz.
Yo sé que es difícil, hay mucho dolor, resentimientos, no es fácil que de buenas a primeras se acepte una posibilidad como esta. Pero éticamente la paz está por encima de cualquier otro derecho, y es fundamental que por lo menos hagamos el intento de convivir. No se trata de abrazarnos con ellos, sino de respetarles su vida y que ellos respeten la nuestra. Hay perfecta sustentación ética de una posibilidad como esa, precedida de justicia transicional. Sin participación política, sería un completo fracaso el posconflicto. Eso sí, estamos en mora, lo está el gobierno, de hacer un proceso pedagógico para explicar a la gente los valores fundamentales que hay que hacer prevalecer.