Aníbal Gaviria es un experto en comunicación, en la cosa de la vitrina, pero en el fondo la ciudad no ha avanzado en asuntos de seguridad así la tasa de homicidios haya rebajado. Medellín sigue en manos de todos los combos criminales, apoderados de la mayoría de barrios. Aquí hay una industria del crimen hace muchos años, donde conviven lo ilícito con lo legítimo. Hay pactos no escritos, como el del fusil, al cual hay que atribuir la baja en homicidios. El alcalde Gaviria no cumplió con aquello de que el Estado debe tener el monopolio de las armas.
Detengámonos no más en el centro de Medellín para ver el deterioro, el caos, la contaminación, en poder de las bandas criminales y los extorsionistas. Esa es tal vez la mayor tarea pendiente: volver los ojos al centro, como espacio cultural además, por donde pasan más de un millón de habitantes a diario.
Otra falencia es que para combatir la inseguridad, también tendrían que haber elevado el nivel cultural, educativo y de salubridad de la gente, con mayores oportunidades de empleo.
Algo que quedó pendiente y que tendrá que atender el próximo alcalde es el medio ambiente. Medellín es una de las ciudades más contaminadas de América Latina y en esto hay mucho por hacer.
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