Usted ha apreciado las multitudes que han colmado las calles y plazas de Colombia en los días siguientes al plebiscito refrendatorio del 2 de octubre (...) En esas marchas y concentraciones han participado centenares de miles de compatriotas procedentes de diversos medios sociales, culturales, étnicos y políticos. La más destacada y sonora consigna de esta vasta movilización popular ha sido “la aplicación inmediata de los Acuerdos de Paz”.
En la calle ya se manifiesta un amplio consenso en respaldo de los acuerdos (...) Ahora, es indispensable que, como ya lo ha aceptado provisoriamente la Delegación de las Farc, se introduzcan elementos que fortalezcan y ajusten los acuerdos, a fin de asegurar su viabilidad política y su seguridad jurídica, desde luego, sin introducir nada que los contradiga y/o que afecte el logro básico de terminar la guerra y afianzar la paz con justicia social. Debe ser realmente un pacto del pueblo y un pacto de Estado.
Estimamos que un consenso nacional –y no un pacto excluyente de élites– es la vía de construcción de un sistema político y social auténticamente democrático. La puesta en marcha de los Acuerdos de Paz aparece hoy como el paso fundamental en el proceso de construcción de un país más humano, más justo y socialmente más equitativo.