Las incautaciones obedecen precisamente a una orden impartida por el general Jorge Nieto, en la reunión de comandantes en Medellín. No tiene justificación que llegue marihuana a Medellín, a Cúcuta, desde el Cauca. Estamos al frente para desvertebrar las organizaciones en esa región.
Pero más allá de las incautaciones -que se vuelven un golpe mediático- debemos avanzar hacia los eslabones. Lograr capturas que permitan obtener información clave para identificar jefes de las estructuras. Así llegamos a la red, a los que están detrás del negocio. Hoy desmenuzamos la información hallada en los laboratorios: marcas y origen de insumos, sellos de la droga.
La marihuana, con la aprobación del uso medicinal, empieza a verse “normal” en el Cauca, en algunas poblaciones indígenas y sus resguardos. Ese disfraz lo aprovechan muchos narcos. Con ese esquema no la dejan erradicar, en invernaderos incluso cercanos a las comunidades. La situación es compleja.
La sustitución de cultivos, con los acuerdos de La Habana, también estimuló la siembra, porque el Estado les deberá reconocer algo a los campesinos al cambiar a productos legales. Y a ello se suma la suspensión de las aspersiones. El narco se quitó un enemigo de encima (el avión con glifosato), pero el Gobierno debía adoptar el principio de precaución frente a una sustancia que, según la OMS, es un posible agente cancerígeno.