Un primer aspecto: un pronunciamiento colectivo contra la corrupción es algo muy importante, además de positivo; algo que los dirigentes deberán tener en cuenta para corregir muchos defectos y enderezar muchos rumbos.
Desde el punto de vista jurídico, al no pasar el umbral, no va a producir los efectos que se esperaban. En eso hay que considerar que el texto de la consulta era muy defectuoso: cosas redundantes, otras que no podían tener efectos como las que tocaban la Constitución, y faltaron muchas cosas. Las preguntas no iban al fondo de la corrupción, fenómeno muy complejo que no tiene tanto que ver con el Legislativo, sino que arranca con las elecciones municipales. La consulta no apuntaba hacia lo realmente significativo. Y de ella se hizo un uso de oportunismo político. Fue una manzana envenenada de un grupo de políticos que no son propiamente adalides de la moralidad, u otros señalados de ser grandes beneficiarios de la mermelada que repartió Santos. Hubo un ejercicio de hipocresía política.
Ahora bien, lo que verdaderamente hay que resaltar es que la juventud estuvo muy interesada en el tema. Muchísimos de esos votos fueron de los jóvenes, que hicieron acto de presencia. El voto maduro, en cambio, se retrajo.