Exintegrante de la Comisiónde de Paz de Antioquia, abogado y columnista
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Exintegrante de la Comisiónde de Paz de Antioquia, abogado y columnista
El Papa no puede ser utilizado políticamente para un proceso que se encuentra tan embolatado y tan en la incertidumbre. En segundo lugar, la especulación que hay sobre esa visita, digamos “doble”, al Estado cubano y los jefes de las Farc, no está dentro de la agenda trazada con el Gobierno. Y las Farc, en esta coyuntura, lo quieren aprovechar.
El Papa es un latinoamericano y debe estar enterado de lo que ocurre en Colombia, por la misma Iglesia Católica, que además se encuentra muy comprometida con el proceso de La Habana. Es más la presión de la Conferencia Episcopal Colombiana la que permite especular que el Papa se embarque en algo que no es claro, en especial frente a justicia y reparación de víctimas.
Si las víctimas son un punto tenso de discusión y un nudo gordiano del proceso, llevar al Papa allí es como darle, hipotéticamente, una bendición a la negación de las Farc a reparar a las víctimas.
En mi caso particular no me sentiría interpretado por el Papa como víctima, porque además soy agnóstico, pero me parece que en la función política del Papa, como Jefe de Estado, él es buen mediador para asuntos de más calado, entre Estados. Pero comprometer al Papa en un proceso interno de un país está por fuera de su figura.