Haya sido fortuita, maquinada por las Farc, o sea una estrategia del Gobierno, aunque yo la creo un incidente, un imprevisto, cualquiera sea la hipótesis, la situación del General ha marcado un punto de inflexión en los diálogos.
Para unos es un punto de relanzamiento de los diálogos, que tienen un apoyo ciudadano muy limitado. O para otros puede ahondar el descrédito de lo que pase en La Habana. Sea una cosa o la otra, dentro de las Fuerzas Militares, el secuestro, la entrega, las fotos y las explicaciones del general Alzate dan un mensaje tremendamente desmotivador a las unidades que están en operaciones de orden público.
Nuestro Ejército fundamenta su moral de combate en el ejemplo de los comandantes. Eso es lo que mantiene a los cuadros motivados. Entonces, ver que un general en un área de operaciones viola todos los protocolos de seguridad, incluso los más elementales, y luego aparece semiabrazado con el jefe de sus verdugos, pues como mínimo genera interrogantes entre los oficiales y la tropa. Y eso reconstituye a las Farc, que no solo ganan espacio político, sino que en lo militar están reocupando zonas que habían perdido. Ahora han vuelto al centro del país y siguen en los corredores fronterizos. Todo esto lo complementa un llamado de atención público del Presidente, poco indicado para la situación actual.