Algo que deja tantas preguntas sin respuesta y dudas insalvables no puede constituirse en el hecho fundacional de un nuevo orden. El presidente Santos afirmó (17/03/2017) que la ONU registró 14000 armas, Sergio Jaramillo dijo que el 100% era 7200 armas. Al final del proceso (26/06/2017) la Misión-ONU recibió 7132 armas y quedó a la espera de las que aún están en manos de los guerrilleros concentrados.
La periodista Paola Ochoa (eltiempo.com 26/06/2017) hizo un lúcido ejercicio matemático: “si cada fusil trae 1.500 cartuchos, ¿cuántos cartuchos corresponden a 7.000 fusiles? ¡Más de diez millones de balas!”. Esa munición que cuesta en el mercado negro 5 millones de dólares ¿dónde está y quién la tiene?
La Misión-ONU manifestó que desactivó 77 de 900 caletas, quedan por liquidar 823. Hagamos el siguiente ejercicio probabilístico: si cada una de ellas tiene al menos diez fusiles, eso daría 8230 por recuperar, que sumados a los 7132 da 15362, ahí tenemos por fin el 100% de las armas de mano. De modo que los 8670 que no se han entregado representan 53.7 por ciento, más de la mitad. Así pues, se justifica preguntar: ¿qué es lo que celebran? Además, la “dejación”, que no entrega, de las armas no es la parte más crítica y sensible de las negociaciones Santos-Farc. Quedan los daños a la institucionalidad y la violación de la Constitución.