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No fue Fernando Londoño, no fue el presidente Uribe, tampoco fue el presidente Duque quienes volvieron trizas el acuerdo de paz. Cuando se oía sobre ese tema, se aterraban los amigos de Juanpa –como le gusta que le digamos–. Quienes volvieron trizas el acuerdo de paz fueron “Santrich”, “Iván Márquez”, “Romaña”, “El Paisa” y otros, quienes se encargaron de acabarlo y mostrar lo que realmente era el tal acuerdo.
Estos jefes de las Farc lograron mostrar la verdad de lo que ocurrió y que tanto se había advertido. No entregaron las armas, ya volvieron por ellas. Mostraron a las claras que las disidencias son las que están en el Congreso, que ellos, los guerrilleros activos, siguieron traficando con la droga, que son los dueños de los cultivos ilícitos, que todo fue una farsa y una burla al pueblo colombiano y al mundo entero, que todo se hizo por un premio Nobel, que Juanpa –como le gusta que le digamos– es un farsante mentiroso que se robó el plebiscito y quién sabe cuántas cosas más hizo para entregarles el país a sus amigos de tiempo atrás.
Aparecieron los activistas de las Farc, con uniformes militares de Venezuela y de Cuba. ¿Todavía habrá dudas de quiénes patrocinan a estos grupos de facinerosos? Es importante hacer notar que en Colombia pasan muchas cosas extrañas y que la razón está en estos países patrocinadores de los grupos subversivos al margen de la ley.
Si hablamos de economía, hay evidencias de lo que pasa con estos grupos y los países amigos de ellos. La cocaína producida en Colombia se sigue exportando en cantidades crecientes, de acuerdo con las áreas cultivadas y los grandes negocios detectados como el de “Santrich” y sus colegas. Pero los dólares no aparecen. El precio de la moneda norteamericana sigue en alza. Esos dólares, los de la cocaína, están reforzando las economías de los países amigos de la subversión. Venezuela y Cuba ahora se benefician de ellos. Mientras los guerrilleros reciben refugio, los dólares llegan a los países que los protegen.
La paciencia del presidente Duque se agotó. Cumplía con lo acordado en La Habana como un compromiso de Estado, sabía que lo tenía que cumplir así fuera contra su voluntad. Los guerrilleros incumplieron y se encontraron con un presidente firme, de la escuela de Uribe. Ya será con las armas del Estado, con el sacrificio de nuestras gloriosas Fuerzas Armadas, como se atacará a esta guerrilla que se puso por fuera de los compromisos. Ya lo que sigue, es una mano firme y un corazón grande. Todo en bien de Colombia y de su gente.
Tenemos que acompañar a nuestro presidente, pedirle que siga con esa política en defensa de los colombianos, que vuelva por el ataque a los cultivos ilícitos, alimento de las finanzas de la subversión y de los países que los patrocinan.
Presidente Duque: no quiero ser adulador, pero quiero decirle que le luce cuando sube el tono de la voz ante el incumplimiento de la guerrilla y de los enemigos de Colombia. Que Dios lo proteja.