Pico y Placa Medellín
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Por Julio J. Gutiérrez Pineda - opinion@elcolombiano.com.co
En el cine y en las series vemos el clásico contrapunteo entre buenos y malos, la eterna lucha de quienes representan la ley y la justicia contra los bandidos. A veces el público empieza a sentir simpatías por el malhechor, y llegó el momento en que las producciones hollywoodenses y sus imitadores pintaron al representante de la ley como un auténtico facineroso (tal como en la vida real también pasa).
Aquí en Medellín, en nuestra película del día a día de los últimos cuatro años asistimos al asqueante espectáculo de los corruptos apoderándose de todos los ámbitos de gobierno. Esperamos la llegada de los representantes de la ley y la justicia para que detuvieran el pillaje. Pero fue en vano. Los “buenos” no se movieron de sus sillones. Solo funcionarios subordinados fueron llamados a dar explicaciones. El cabecilla de la conspiración, como decían los taurófilos, se les escapó vivo a los corrales. Desde allí se burla y exhibe su fea sonrisa de bandido oficial de la plaza.
Me pregunto por qué los medios capitalinos le siguen dando tanta cobertura a sus roznidos. El hombrecito no ha tenido ningún problema en continuar tranquilo su desfachatada exhibición de cinismo, ahora como censor y fiscal de los que vienen a atajar sus tropelías. Pues los medios están para informar, me dirán algunos. Otros, más perspicaces, dirán que están para buscar clics y subir los indicadores de audiencia. Pero yo, como ciudadano y en ejercicio de mi libertad, optaré por no darle entrada a este espécimen del engaño y la sinvergonzonería en mi vida diaria. Suficiente tengo con la otra pléyade de hampones que pueblan nuestro sufrido país. No pierdo de vista, eso sí, que en pocos meses la memoria corta de mis compatriotas podrá premiar no solo a este bribón, sino a sus cómplices.