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Petro decidió apostarle a sacar a la gente a “marchar verraca” como mecanismo de presión al Congreso para la aprobación de sus reformas sociales, pero parece que perdió el pulso. Aunque a nivel país ninguna de las movilizaciones fue deslumbrante, la convocatoria de las marchas de la oposición fue mayor que las del Gobierno. En Bogotá la oposición llenó la Plaza de Bolívar, mientras que el Gobierno – con presupuesto, propaganda y la nómina del Estado – apenas logró llenar el patio de la Casa de Nariño. En Medellín - a pesar del gran lunar de haberse presentado algunas muestras de violencia - la asistencia fue masiva.
Ya había ocurrido lo mismo con las marchas de septiembre, por lo que inevitablemente surge la pregunta: ¿quién será capaz de canalizar todo este descontento?
Nadie del “establecimiento político” está logrando hacerlo. Por el contrario, en las marchas del miércoles, brillaron por su ausencia.
Rodolfo, luego de sus 10 millones de votos antipetristas hace menos de un año, es un petrista irrelevante cualquiera. Fico, sin cuajar en lo nacional, parece destinado a atrincherarse con sus votos en Antioquia (y ojalá, porque hasta ahora es el único con pinta de poder ganarle a Quintero en Medellín). Fajardo ya no está tibio, sino helado. Iván Duque, desde ya olvidado, no parece expresidente. Uribe, con su imagen desgastada y un tono más conciliatorio, está lejos de ser el foco. El Centro Democrático, con un discurso ya quemado, tampoco.
Figuras como Roy y Claudia López parecen estar enfilándose para suceder a Petro, pero, por el momento, siguen en el barco. Aunque Vargas Lleras sigue pensando el país desde su columna en El Tiempo y Pajares Salinas, su oposición no logra salir de Rosales. El 70% del Congreso y la clase política tradicional siguen siendo gobernistas, y mientras el Gobierno tenga casi $30 billones para gastar en un año de elecciones regionales, lo más probable es que sigan siéndolo.
Aunque la oposición tiene adeptos, no tiene un líder. Petro despierta sentimientos de rabia y temor en gran parte del país, pero sin un liderazgo claro que los canalice se da el escenario perfecto para que la oposición - dentro de su descoordinación - se radicalice sin lograr gran cosa. Se está dando el caldo de cultivo para que surja un movimiento para quienes los uribistas sean “unos tibios”. ¿Suena familiar?
Los cuatro años de Petro liderando la oposición a Iván Duque son los lo que tienen, en gran medida, en la presidencia. Si nadie logra consolidarse como la cara visible de la oposición, es posible que la corriente ideológica del presidente Petro no dure apenas cuatro años en el poder, sino muchos más...
Adenda 1: Ya quedó radicada la nefasta Reforma a la Salud, sin ninguna consideración a los esfuerzos de “deliberación al interior del Gobierno” de Alejandro Gaviria. ¿Cómo seguirá esa “explosión controlada”?
Adenda 2: El alcalde Quintero insiste en dar pena ajena con su show alrededor de RBD. Sin embargo, debería enfocarse primero en la Rebelde de su gabinete: la secretaría de Educación, Alexandra Agudelo, quien a pesar de que la Fiscalía le solicitó casa por cárcel luego de imputarle varios delitos por irregularidades en la contratación de Buen Comienzo, todavía nada que se digna a renunciar...