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El debate sobre cuál es la buena serie del PIB, que se planteó en la Convención Bancaria, se dio en el lugar equivocado. Es una discusión técnica que debería darse entre especialistas, pero ya que se dio y como sus implicaciones nos afectan a todos, conviene compartir algunos elementos básicos para entenderlo.
La medición de la actividad económica por medio del producto interno bruto (PIB), la principal variable del sistema de cuentas nacionales es un proceso que toma tiempo, por sus requerimientos de información de todos los sectores de la economía, una limitación en vista de las necesidades urgentes de la política económica. Por esto, un esfuerzo adicional fue el cálculo de un PIB con mayor frecuencia, un PIB trimestral, algo que se logró en Estados Unidos en los años cuarenta y en Colombia apenas en los noventa.
Esa estadística, aunque aporta mucho en términos de la coyuntura económica, tiene estacionalidad como otras variables económicas, un fenómeno que hace que algunas actividades económicas se repitan periódicamente en una determinada estación. En un país como Colombia, sin estaciones, existen de todas formas actividades estacionales y efectos calendario (fiestas, semana santa). Un ejemplo es el comercio que siempre aumenta ventas en diciembre. Esta característica puede distorsionar un buen análisis.
Para controlar la estacionalidad se calcula el crecimiento del PIB trimestral en relación con el mismo período del año anterior, la llamada variación anual. Los más puristas piensan que no es suficiente y que si el comportamiento estacional no se elimina completamente, se puede caer en el error de adjudicar movimientos del PIB a causas que son estacionales.
Para evitar esto, desde hace tiempo existe una verdadera industria de programas de computador basados en técnicas estadísticas para eliminar el componente estacional y los efectos de calendario. En el caso de un PIB que se somete al procedimiento, el resultado es el llamado PIB desestacionalizado o ajustado por estacionalidad. Se trata de una práctica normal de los institutos de estadística y, en nuestro caso, el Dane la lleva a cabo de la mejor manera, pero mantiene como oficial el PIB original y es sobre el cual se pronuncia.
Cambiar a la serie desestacionalizada no es una decisión fácil para un país. Sea cual sea el método estadístico habrá discusión sobre su idoneidad y la serie transformada que se obtiene. Puede darse que en el proceso se cambien datos del pasado al tener nueva información o que un crecimiento pase a decrecer y viceversa, con lo cual aumentan las suspicacias ante cambios difíciles de explicar.
Esa es la elección que debe hacerse en relación con el PIB. Debe agotarse el debate técnico y llegar a un consenso documentado y al más alto nivel para mostrar el estado de la economía con una u otra serie, siguiendo las recomendaciones internacionales y educando al público al respecto, y sin sobresaltos. El propósito es obtener la mejor estadística de corto plazo de la actividad económica, que sea sólida e incontrovertible.