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Columnistas | PUBLICADO EL 18 junio 2021

Una amenaza para el Suroeste (y 2)

Por Ramiro Velásquez Gómezramirovego@gmail.com

La minería legal no es la panacea, y Quebradona, de la multinacional AngloGold Ashanti, en el Suroeste (Jericó-Támesis), tampoco lo sería.

Una investigación en el journal Environmental Research Letters reveló que en Colombia por cada kilo de oro extraído de manera LEGAL se talan 20 árboles: la actividad extractiva autorizada destruyó 121 819 hectáreas de bosque (2001-2018), siendo 5,6 % de la deforestación en 2017.

Los más afectados son Antioquia, Bolívar y Norte de Santander.

De otorgarse la licencia ambiental, contra evidencias y clamores, sería un golpe de Colombia al mundo, que celebra el decenio de la restauración de ecosistemas proclamado por ONU.

Urge restaurar 1000 millones de hectáreas degradadas, dice el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente. Restaurar, no destruir.

También la Plataforma Mundial de Biodiversidad (Ipbes) y el Panel Intergubernamental del Cambio Climático, de los cuales el país hace parte, revelaron las conclusiones de 50 renombrados científicos en biodiversidad y clima, estableciendo que esos dos temas deben ir juntos, no separados.

Pidieron detener la degradación de ecosistemas ricos en vida y carbono. Las áreas protegidas representan 15 % de la tierra y 7,5 % de los mares; el ideal estaría entre 30 y 50. Ideal para mantener condiciones que permitan a la vida persistir y florecer, incluida nuestra especie.

Entre 2014-18 Colombia fue el que más devastó su capital natural, según informe IWI y hay quienes consideran que la feria debe proseguir.

Quebradona queda en una región agroturística, entre 32 000 hectáreas de ecosistemas estratégicos y otras 205 000 de diverso interés ecológico, aparte de poseer 9 áreas de biodiversidad internacionales, dos en zona del proyecto, detrás del cual se viene la conversión del Suroeste en distrito minero: 92 % de Jericó y el 95 % de Támesis son pretendidos por títulos y concesiones; de hecho, la mina ocuparía 40 % del primero.

El territorio posee enorme diversidad de especies y el área tamesina es una esponja hídrica. La minera afectaría 18 bocatomas.

Dentro de aquella integralidad se debe considerar que Suroeste es zona de transición al Chocó Biogeográfico, uno de los hotspots de biodiversidad que quedan en el planeta y su alteración incidiría en este. Quebradona abriría un boquete.

Mientras la mina permanecería 40 años, el daño ambiental y climático perduraría siglos.

Cuando el mundo clama proteger la biodiversidad, detener el calentamiento, restaurar tierras y cuidar el agua, no se entendería autorizar, contra todo y todos, un proyecto que sería fatal para la vida misma.

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Ramiro Velásquez Gómez

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