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Columnistas | PUBLICADO EL 13 mayo 2022

Un toque humano

La competencia por el talento, que es escaso, es más evidente en algunas industrias que en otras, pero sigue siendo un problema universal.

“La oficina tal como la conocemos ha terminado”: el director ejecutivo de Airbnb, Brian Chesky, anunció recientemente que los empleados de la empresa podrán trabajar desde cualquier lugar, incluso, hasta tres meses, en el extranjero. Esta discusión, como bien sabemos, está lejos de terminar y dependerá del tipo de empresa, industria, país, etc. Pero es indiscutible que las cosas ya empezaron a cambiar, aun desde el punto de vista regulatorio.

Por un lado, están los cambios y disrupciones resultantes de la adopción de innovaciones tecnológicas. La generación mía ha pasado de no tener computadores personales, teléfono celular ni internet a tener teléfonos inteligentes, mensajes instantáneos y software en la nube en, relativamente, poco tiempo. Nos hemos adaptado al fax, correo electrónico, conferencias telefónicas y ambientes de trabajo virtuales. Por no hablar de six sigma, aplicaciones SAP o transformación digital. No es fácil gestionar las expectativas de los grupos de interés bajo el supuesto de que “todo puede ser instantáneo”. En algunos casos, generar y transferir conocimiento y crear valor, simplemente, toma tiempo.

Por otro lado, el equipo humano. Un artículo reciente de PwC, una de las firmas de consultoría más grandes del mundo, mencionó cuatro fuerzas principales que deberían influir en la forma en que las organizaciones se preparan para el futuro: especialización, rivalidad, escasez y humanidad. La competencia por el talento, que es escaso, es más evidente en algunas industrias que en otras, pero sigue siendo un problema universal. Y la necesidad de poder desarrollar y recapacitar el talento en función de nuevos roles y requisitos es una pieza importante para la competitividad. Sin embargo, donde realmente siento que está el componente clave de esta visión es en el lado humano: un propósito que mueve e impacta la organización, su gente y el mundo en el que vivimos.

El famoso ESG (del inglés, ambiental, social y gobernanza) ha dejado de ser un simple requisito de algunos grupos de interés para promover, entre otras cosas, algún tipo de greenwashing. Es cada vez más imperativo para la competitividad de cualquier organización unir la estrategia a planes de acción que incorporen principios fundamentales de sostenibilidad e innovación para enfrentar los desafíos de hoy y capturar oportunidades del día de mañana. Para que esto sea viable, debemos aprovechar el impulso generado por las nuevas formas de trabajar y recibir de brazos abiertos el impacto que eso tiene en el equipo humano. Adaptabilidad, aprendizaje, audacia, paciencia, determinación, inteligencia emocional; pero, sobre todo, aceptar los errores y las fallas evitables como parte del proceso y no como falta de capacidad intelectual o de flexibilidad. “Ninguna idea inteligente puede encontrar la aceptación general si no se mezcla algo de estupidez en ella”,

Fernando Pessoa, poeta portugués del siglo XX... a pesar de la ironía, la expresión de Pessoa se ajusta bastante a nuestra condición humana, con lo bueno, lo malo y lo feo.

Agostinho J. Almeida

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