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A lo largo de 36 años de ejercicio periodístico he podido vivir la profesión con pasión y amor. Como algún sabio decía: lo importante en la vida es hacer lo que a uno le gusta.
He conocido periodistas de una calidad sobrehumana como Fernando Gómez Martínez, Alfonso Lopera Lopera y muchos más que no puedo enumerar porque no alcanza la página. He vivido las experiencias más gratas de mi vida y continúo enamorado de mi profesión.
Por todo lo anterior me duelen los pecados de nosotros los periodistas y los que nos endilgan para que otros evadan su responsabilidad.
Me duelen aún más mis propios pecados profesionales. Me he equivocado varias veces en algunos de mis actos, eso sí, nunca me he equivocado en mis intenciones.
Recibí por Facebook un bello artículo titulado “Cosas que uno debería saber”, sin autor. Pregunté por el mismo medio si alguien sabía de quién era y no obtuve respuesta. Llevado por el entusiasmo de ver algo que valía la pena conocer, como una reflexión valiosa para iniciar el año, incluí fragmentos de él en mi columna, reproduciendo una buena parte del mismo. El entusiasmo y la emoción y el deseo de hacer el bien me hicieron caer en el error. Debía haber dicho la forma en que el texto había llegado a mí y que desconocía al autor. Ahora sé que salió días antes en el blog de Manuela Zárate, llamado “Ayúdame Freud”. Ella es una profesional venezolana experta en motivación a la lectura. Hablé con ella, le di mis excusas y encontré en ella una persona además de comprensiva, muy valiosa. Es justo reconocer la pena que le causé a la autora, al periódico y a los lectores. Nunca quise ofender a nadie ni mucho menos desconocerle su derecho como autor de un texto además de hermoso de mucho valor. Haré hasta lo imposible por no volver a ser injusto. A quienes ofendí, les pido perdón de corazón.
Confieso que he vivido, como dijo Neruda y lo he hecho con alegría y gratitud. Doy infinitas gracias a Dios en primer lugar, pero al verdadero, no al creado a imagen y semejanza del hombre; a mi familia, hermosa en todos sus niveles y lados; a quienes con su ejemplo y palabras me enseñaron y me enseñan en todas las etapas de mi vida; a quienes me hicieron sufrir porque me mejoraron; a mí mismo, el ser que más quiero porque sin mí no sería nada.
Inicio otra etapa profesional tan bella como todas las anteriores. Decidido a ser feliz y en lo posible a hacer felices a quienes me rodean, sin odios, sin rencores y con mucho cuidado de no hacerle mal a nadie. Los espero en http://cajamagicadesamuelarango.com.