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En mis primeras lecciones de economía clásica aprendí que los factores básicos de la producción son tierra, trabajo y capital.
Este paradigma se fijó en mi mente y me ha servido para reflexionar sobre la forma como los seres humanos nos hemos organizado a través de la historia para producir los bienes y servicios que requerimos para vivir, sobrevivir y convivir.
El asunto es fácil de entender: el factor tierra corresponde a los recursos naturales disponibles; el factor trabajo corresponde al tiempo que las personas dedican con sus manos y cerebro a la transformación de los recursos; el factor capital se refiere a las maquinas, dinero y otros medios físicos que apoyan el trabajo (creados por la genialidad humana). Existen fórmulas matemáticas que permiten modelar la combinación de los factores para encontrar la máxima productividad y generación de riqueza.
La lucha por el control de dichos factores ha sido la génesis de ideologías, partidos políticos y gobernantes totalitarios que se han impuesto hasta el punto de la guerra para demostrar que tienen la razón. Insensateces que se cometen cuando toma el mando el cerebro reptiliano.
En medio de esta controversia dos modelos espectaculares de organización humana para el trabajo y la convivencia han evolucionado en los últimos cien años: Democracia y Capitalismo.
Es posible que el éxito de su evolución obedezca a su perfecta alineación con dos necesidades superiores del ser humano: participar y generar valor.
Imperfectos y en transformación como los seres humanos, democracia y capitalismo le han permitido a los países construir empresas (publicas y privadas) altamente eficientes en la satisfacción de necesidades básicas del ser humano como alimentación, vivienda, salud, seguridad y educación.
La humanidad del S. XXI enfrenta nuevos desafíos que podrían comprometer su existencia en el planeta tierra. Calentamiento global, fuentes limpias de energía, crecimiento demográfico, pandemias, inequidad económica y social, seguridad alimentaria, acceso al agua y desajuste en las cadenas de abastecimiento, entre otros.
Es evidente que los modelos económicos basados en el crecimiento infinito son tan insostenibles como la generación de energía basada en hidrocarburos.
Con todo respeto por las teorías económicas clásicas me atrevo a sugerir la revisión del concepto de los factores de producción.
¿Qué tal si de tres factores de producción económica en conflicto de intereses (tierra, trabajo y capital) pasamos a dos factores de generación de desarrollo sostenible: recursos naturales y capital social ?
El tiempo apremia. Los recursos naturales son limitados, por fortuna el capital social es ilimitado. Empecemos por cambiar el lenguaje, los objetivos y los indicadores de medición