viernes
0 y 6
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Estación Lo Mío y en mi Espacio, nacida quizá del andar siempre en lo particular (el carro, el saber solo para mí, la desconfianza, la competencia con el otro, la codicia, el miedo) y a la que llegan los que se creen superiores y posan de enviados de los dioses; los que quieren más de lo que necesitan y se desbordan en los asuntos morales (violentando las costumbres buenas); los que buscan ser el centro y no el conjunto y los que viven su propio ruido y así creen que escapan a sus obligaciones ciudadanas, con el otro y con el medio ambiente. Y en esta Estación en la que abunda el conductismo (el repetirse siempre lo mismo negando la realidad), la soledad es inmensa, pues en lo mío y en mi espacio corro por una vida vacía en la que el objetivo soy yo y los delirios que me creo, lo que produce una sensación de miedo permanente y, en ese miedo, me acabo en mí mismo creyendo que no.
El mundo-miedo en el que estamos y en el que abundan los avisos de lo que queremos ser, pero solo logramos comprar el producto que brinda la imagen, perdemos humanidad y ganamos sordidez y mezquindad, funcionamos mal con deseos sin límites y perdemos el lugar que nos corresponde a todos, ese desde donde nos relacionamos, construimos y ganamos seguridad. Pero las relaciones para lograr el bien común desaparecen en el encierro mental que propicia la actualidad (el egoísmo por encima de todo) y, así, como sostiene Freud, el hombre Yo deja de existir, pues solo es él y no un nosotros, aunque pertenece a una masa que delira y grita. Y siendo él, en su Yo solo plagado de egocentrismo y manías, el espacio se reduce y al final lo ahoga, para mayor delirio. Es fácil vivir mal: solo hay que aislarse de biosfera y pensar que lo mío y mi lugar me bastan.
La biosfera es todo lo que existe (de ahí proviene lo que sabemos y las preguntas que nos hacemos) y funciona en cadena, aportando en todas las direcciones de manera permanente. Y si algo se afecta en esta cadena (los daños éticos son los más terribles), el daño lo sufren todos, y en especial nosotros que fuimos los causantes. Y así, solos y sin apoyo, vamos desapareciendo en medio de la contaminación y el ruido que dejamos, las ideas inadecuadas que producimos y el miedo creciente que nos saca de la razón.
Acotación: en este mundo de las soledades desbordadas, en las que la mentira y la corrupción permanentes ya son síntoma de la locura (pues miente y se corrompe, y a la par enloquece, quien niega la realidad o le tiene miedo), nos deshumanizamos, regresamos a la condición animal primaria y vamos por ahí compitiendo y desconfiando, viviendo muy alterados