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Columnistas | PUBLICADO EL 21 noviembre 2020

SOBRE LECTURAS (1)

Por JOSÉ GUILLERMO ÁNGELmemoanjel5@gmail.com

Estación Biblioteca Casera, a la que llego cada tanto para tomar un libro que me permita imaginar, aprender o que me sirva de base para algo que esté haciendo. Y en esa biblioteca que no busca competir con nadie (es la de mis intereses), encuentro años de compra, inquietudes de algún tiempo, viejos libros releídos (Kioto, de Yasunari Kawabata, por ejemplo) y otros que dejé en la mitad, pues los libros pueden dejarse empezados (y hasta no leídos), como dice Daniel Penac, pero ahora vuelvo a mirarlos para ver qué me pasó, por qué no me hicieron preguntas o no respondieron a lo que estaba buscando. Ya se sabe, los lectores somos buscadores de datos con análisis previos, exploradores de otros mundos, conversadores con otras vidas y habitantes de las pequeñas esquizofrenias que produce admitir un personaje y mirarlo actuar. Los libros enloquecen, le dijo el ama a don Quijote, pero se le olvidó decir que esa locura termina cuando se cierra el libro y que de ahí en adelante seguimos con la de a diario, que es la que nos pertenece y de ahí no salimos.

Muchos de los escritores de mi biblioteca ya están muertos. Pero, como dice Antoine de Saint- Exúpery, en Ciudadela, son memorias que se veneran y así están más presentes que los vivientes. El mismo Saint Exúpery está muerto, aunque nunca encontraron su cadáver. Y esto de que no haya un entierro de su cuerpo (ni de que nadie haya asistido al funeral), reafirma la frase de Tomas Bernhard en El sobrino de Wittgenstein: uno no asiste al entierro de los amigos, de esa manera nos podemos encontrar con ellos en la calle o en algún bar, verlos de lejos y esperar alguna noticia de ellos. En la biblioteca, uno se encuentra con conceptos así, que son leídos y ya nunca olvidados.

La biblioteca casera me permite lecturas varias: historia, geografía, trozos de ciencia, algunas teorías (filosofía, política, especulaciones), cómo construir granjas, saber de animales (la vida secreta de las vacas, de Rosamund Young, me gusta mucho) y plantas. Con relación a estas, a más de los libros sobre árboles, climas y tipos de hojas, cómo se construyen aviones y barcos o cómo entender el motor de un carro, releo cada tanto De plantas y animales, de Ida Vitale, que está al lado de La granja Urbana, de Novella Carpenter. Y con estas lecturas me libero, siguiendo la premisa de que leer es un asunto de gente libre.

Acotación: en los tiempos hámster que vivimos (todo se repite de manera creciente y delirante), la lectura es una manera de crear espacios para pensar en otras cosas, dejar la paranoia del contagio y el desconsuelo del pensamiento político hacia atrás. Diría que la lectura es un acto de dignidad, pues la vida es cuánto hago, aprendo y me asombro.

José Guillermo Ángel

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