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Columnistas | PUBLICADO EL 15 agosto 2020

Sobre dar vueltas sin darlas

Por JOSÉ GUILLERMO ÁNGELmemoanjel5@gmail.com

Estación Hámster, pequeño roedor sin cola que ha servido de símbolo para los que dan vueltas en vano y siempre en un mismo espacio, mostrando los dientes y buscando una salida que no es posible porque todo el lugar está cerrado, aunque le llega la luz. Así que Hámster, como punto de encuentro, acoge a los rutinarios, los aburridos, los que comen lo mismo y a los que se duermen sin parar de caminar, aunque no lo hacen, sino que lo sueñan. Y en este subir y bajar en el tiempo (que ya no es lineal sino circular), los reunidos en Hámster nunca dan la vuelta entera, pues el sistema mecánico no lo permite: solo gira la rueda, se oyen ruidos, el mapa cardiaco está alterado, se respira con dificultad, hay malas digestiones y al final un cansancio, mucho cansancio y pérdida del sentido de orientación en el espacio, en los tiempos y en el pensar.

Cuando mis hijas estaban chiquitas, tuvieron un Hámster (animal de la misma familia del cuy), de cuerpo pequeño, cara simpática, bigotes como alambres, dientes delanteros largos y en forma de V, y ojos de mirar nervioso. Algo comía, algo bebía, de repente se aceleraba, corría por la rueda alambrada y no llegaba a ninguna parte. Y en eso se le iba el día y la noche en medio de un desorden tal que parecía darle lo mismo lo blanco que lo negro. Un fin de semana lo dejamos solo (lo teníamos en el balcón de un cuarto piso), bien aperado de agua, legumbre y grano. Cuando regresamos, el portero del edificio nos dijo: su ratoncito se suicidó. Se salió de la jaula, seguro no calculó el espacio (no debía conocerlo, supuse yo), se asomó mal y salió volando. Hasta aquí la historia.

Por estos días de encierro y de rutinas, de noticias y escándalos circulares, de días que corren y noches calurosas que se han vuelto un cerrar y abrir de ojos, he vuelto pensar en el Hámster. En la situación Hámster que estamos viviendo, en la información Hámster que corre enloquecida por medios y redes, en la pérdida de realidad y espacio moral, en la inseguridad que suponemos y en los miedos que se mueven impulsados por intereses diversos (ya la pelea es entre los productores de vacunas). Y en esta situación que altera, me pregunto qué pasará cuando salgamos de la jaula. ¿Sabremos movernos, podremos calcular, tendremos criterios?

Acotación: la condición de Hámster, de ojos nerviosos y movimientos tratando de dar la vuelta, de espacio estrecho y hechos que se repiten, pareciera ser la constante en la cuarentena. Y no por el encierro, sino por la información que llega, los temores que cargan las noticias y las opiniones, la persistencia en lo mismo y las mentiras que abundan. Los porteros deben mirar a los balcones.

José Guillermo Ángel

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