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Columnistas | PUBLICADO EL 26 noviembre 2022

Sobre cierre de redes

Llegan los que se levantan a ver qué dicen en Twitter o en Facebook para asustarse, rabiar o encontrar una noticia que sería la del día, sin que importe que sea falsa o disfrace otra.

Por José Guillermo Ángel R. - memoanjel5@gmail.com

Estación Cancelación, a la que llegan muchos de ojos abiertos y otros con la boca torcida, pues la premonición (o los datos que corren por ahí) los tiene delirando con el tiempo que no podrán perder o las cosas que quieren decir y ya no podrán hacerlo. Llegan los que se levantan a ver qué dicen en Twitter o en Facebook para asustarse, rabiar o encontrar una noticia que sería la del día, sin que importe que sea falsa o disfrace otra. También para escribir algo, bien o mal escrito, pues estamos en el mundo de las opiniones, los seguidores, los insultantes y los activadores de dopamina, hormona esta que se alerta con la presencia o ausencia de corazoncitos y reenvíos, emoticones que ríen, levantan el dedo o lloran. Y en esta fila de opinadores y voyeristas, muchos que no tienen nombre sino pseudónimo y aprovechan cualquier dato para desahogarse, están igual los simuladores, los llorones, los contradictores, los que hacen minería de datos y los que buscan un meme para hacerse a un ridículo o reírse. Pero si las redes se cancelan... Bueno, ¿qué sucederá con los adictos?

Lo que ha sido una continuidad se convierte en una costumbre. Y más cuando lo que se ejecuta no tiene más materia prima que decir o mostrar cualquier cosa por un medio que no cobra nada, salvo el celular que hay que tener. En el caso de las redes (o del ciberespacio), estar ahí (gratis) es una cotidianidad que sirve para mostrar qué hago, dónde estoy y con quién, qué respuesta doy a una pregunta o simplemente cómo enterarme de un fragmento sobre algo. Claro que también se usa para vender o dar a conocer datos de algún interés cultural o científico, geográfico o político, tener alguna referencia o hacerse a un pasatiempo que propicia emociones.

Las redes han creado al Smombie (smartphone-zombi) y la adicción aumenta en la medida en que pertenecemos a la muchedumbre solitaria, donde estamos juntos pero cada uno solo. Y en esto de habitar apps y fragmentos de información, de buscar wifi o consumir datos, la sensación de estar vivos es otra. De aquí la pregunta: ¿qué pasará si se cierran plataformas cómo Twitter, Facebook y similares? ¿Habrá protesta mundial de smombies? ¿Reaparecerá la realidad con todo lo que hemos evitado? Por ahora se sabe que estas plataformas se están reduciendo. Ya el metaverso resultó siendo un cuento como los bitcoin, y la costumbre de estar pegados a una pantalla aparece como una espada de Damocles sobre un montón de personas alteradas porque tendrán que hablar con otros, leer periódicos y libros, y saber que el sitio es este y no la posibilidad de esconderse.

Acotación: cerradas las redes, cerrada la inmediatez neurótica de saber o decir algo. Lo real será de nuevo, lento, con tiempo para reflexionar, inteligente. Y esto asusta a muchos

José Guillermo Ángel

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