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Columnistas | PUBLICADO EL 15 diciembre 2022

¿Si vamos siendo y aprendiendo?

Un mundo altamente tecnificado requiere de enfoques humanistas que pongan límites éticos y permitan miradas más amplias sobre el progreso

Por Mauricio Perfetti Del Corral - mauricioperfetti@gmail.com

Diciembre suele ser un momento especial del año por razones que se combinan y expresan de diversa manera. Salen a flote un cierto “espíritu navideño”, reuniones familiares y vacaciones; el consumismo se expresa en todo su furor, se hacen balances y proyecciones para el año siguiente. Las ciudades y pueblos se llenan de luces y velas. El médico Jorge Carvajal reitera que “vamos siendo, vamos aprendiendo” en el trascurrir del mundo y la vida. Esta es una magnifica época para sondear qué tanto vamos siendo y aprendiendo como humanidad, como país y como personas.

Según el nobel de Economía Amarthya Senn en un bellísimo reciente libro, Un hogar en el mundo (2021), una lección para aprender hoy es la de la ética y la moral. Nos cuesta como humanidad elevar nuestros niveles de consciencia para alcanzar una coherencia tal que hasta las simples acciones del día a día sean expresiones diáfanas de principios éticos y morales esenciales, sin la consabida “cultura del avispado” de la que habla Juan Luis Mejía, ni la nefasta referencia a la corrupción en sus justas proporciones que hiciera popular el expresidente Turbay .

Fundamental también la importancia de persistir en la construcción de un mundo más pacífico, menos violento, propósito que no se ha visto favorecido, según Senn, por el odio selectivo que ha venido irrumpiendo en las últimas décadas en innumerables países y continentes. La violencia, la guerra, la intolerancia y el odio destruyen vidas y valor, dejan “un continuo pesar” (dice Senn) y fuerzan al desplazamiento y al éxodo.

Ningún progreso será posible sin retomar el camino de las humanidades como un paso obligado de las universidades de hoy. Ya el profesor Michael Sandel así como Martha Nussbaum han reiterado ese llamado a la importancia que las universidades involucren decididamente las humanidades como parte fundamental de sus programas y planes de estudio. Un mundo altamente tecnificado, mediado por la inteligencia artificial y las ciencias de datos, requiere de enfoques humanistas que pongan límites éticos, permitan miradas más amplias y hagan compatible ese progreso económico con un florecimiento de la humanidad.

Tampoco será posible ese “seguir siendo y aprendiendo” si no comenzamos a relacionarnos de otra manera con la tierra y el medio ambiente, y si entre todos no cuidamos la magnífica y ambivalente biodiversidad que gozamos. Como diría también Senn al respecto, podemos potenciarnos o incluso diezmarnos como sociedad, reflexión que surge cuando hace precisamente una descripción de la importancia de los ríos.

Todo lo anterior tendrá un limitado alcance sino hay un enorme esfuerzo del tercer mundo, de una parte, por más investigación y desarrollo bajo el principio de “sin ciencia no hay ciencia” (Hernán Jaramillo). Y, de otra parte, por más y mejor educación; una educación que fomente la curiosidad, el aprendizaje, el pensamiento crítico, las ciencias y las humanidades, la ciudadanía, la solidaridad, la tolerancia y la compasión. Solo así iremos de verdad aprendiendo y verdaderamente siendo sin involucionar

Mauricio Perfetti del Corral

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