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Quinta columna en medio de la pandemia y aquí voy, tratando de descubrir cómo serán los días adelante y ver qué nos deparan.
Si se dan cuenta hay una palabra que se ha puesto sobre la mesa para definir lo que tiene que pasar: Reinvención. Listo, reinvención... a ver cómo se come eso.
¿Reinventarse? !Cuál reinventarse si estamos es sobreviviendo! ¡No jodan, apenas estamos entendiendo esto, no pidan reinvención! Varias personas lo han dicho. Válido. Quizás sea así. Todos estamos sobreviviendo a la amenaza de un virus que tiene al mundo en jaque, y que se ha tragado la vida día a día. No hay respuestas claras, hay mucha incertidumbre, pero, entonces, ¿seguir sobreviviendo sin dar pasos adelante?
Hace poco leí a un columnista, persona muy reconocida, con abolengo político. A manera de reflexión decía no querer reinventarse... Extrañaba el lomo mostaza de un restaurante en Bogotá y otras cuantas actividades que solo uno de cada 100.000 colombianos puede hacer. Mejor no sigo.
Estamos en el momento de pasar de la preocupación a la ocupación. Mirar hacia adelante implica muchas cosas donde es imperante hacer una reinvención de absolutamente todo. No hay de otra.
Tristemente, por física incapacidad, frivolidad o inconsciencia, muchos han creído que el término es un asunto de moda de la cuerda de la autosuperación. ¡Una “paulocoellada”, un “arjonazo”! Con criterio reduccionista han estigmatizado la necesidad de reinvención. La han estigmatizado, desestimando que es una constante y, ahora, una condición sine qua non.
Vamos a lo obvio. Una crisis obliga a tomar decisiones: o se sale a flote o se va derechito de nalgas al estanco, como dice un amigo. Sin importar las circunstancias y por más duras que sean, hay que hacer el esfuerzo en medio de esta incertidumbre tan bárbara. El coronavirus es una fuerza que ha desbordado nuestra capacidad de control, nos ha quitado el poder para manejar las cosas, pero lo único que no puede quitar es la libertad para elegir cómo reaccionar. Ahí radica la necesidad de reinventarse.
Los que están cansados de escuchar la palabra reinvención, pues, aterricen y entiendan que eso es lo que millones de personas están haciendo o están tratando de hacerlo. Hay que reinventar el desarrollo. Así de simple. Reinventar la relación con la naturaleza, reinventar las dinámicas económicas, reinventar las relaciones, reinventar los roles en la sociedad, reinventar las condiciones de ese viaje que se llama existir. Esa es la única forma de entender las nuevas realidades en las que el coronavirus nos metió.