viernes
0 y 6
0 y 6
Por Cristian Espinal Maya
Universidad de Medellín.
Facultad de Economía, 6° semestre.
cristianjosue07@gmail.com
La mesa de negociación del salario mínimo y las reuniones del gobierno nacional con el Comité del Paro han dejado relucir un mal que asedia el debate público. La interlocución ha perdido todo sentido; lo que deberían ser diálogos se han convertido en rondas de monólogos. Ahora no debatimos, ni conversamos, solo nos turnamos la palabra.
Por un lado, este año no se logró pactar en la mesa de concertación salarial una cifra para el 2020. El diálogo se desvió al principio de las concertaciones por discusiones sobre las cifras de productividad del Dane versus las cifras de productividad de los sindicatos. Luego, se dio una negociación con “inamovibles” por parte de los sindicatos, que no permitió la concertación y transformó la negociación en un completo contrasentido. A fin de cuentas, ¿quién va a una mesa de negociación sin ánimo de negociar? De esta forma, mientras los sindicatos se anclaron en un aumento del 8,1 %, los gremios movieron su cifra de 4,5 % hasta 5,8 %.
Por otro lado, quienes se denominaron voceros de las manifestaciones en el Comité Nacional del Paro abandonaron la mesa de negociación que se había fijado con el gobierno el 26 de noviembre, en parte por rechazo a la propuesta de que gremios y empresarios participaran en la mesa. Hay un escozor difícil de explicar por escuchar el contrario. Resulta igual de difícil entender el anhelo de querer consolidar cambios segregando actores sociales. Una visión tan cerrada para afianzar propuestas, que no respeta el pensamiento del otro, ni lo toma seriamente en consideración, está condenada a fracasar. Por eso un paso importante resultaría entender que, aunque no es decisión de todos, es discusión de todos.
Estos problemas, en parte, derivan un poco de la incapacidad institucional de dirigir correctamente los diálogos y por un negacionismo airado, que cree hablar desde la verdad misma, e impide entender al otro. Cada vez se nos hace más difícil seguir el ideal kantiano: pensar por sí mismo, ponerse en el lugar del otro y actuar en consecuencia. En especial esa capacidad de empatizar con la posición ajena. Por eso vale la pena recordarlo, para no caer en ese abismo de la razón que rechaza toda oposición y diferencia en la cual, tal como describía Estanislao Zuleta: quien no está conmigo está contra mí, y el que no está completamente conmigo, no está conmigo.
*Taller de Opinión es un proyecto de
El Colombiano, EAFIT, U. de A. y UPB que busca abrir un espacio para la opinión
joven. Las ideas expresadas por los columnistas del Taller de Opinión son libres y de ellas son responsables sus autores. No comprometen el pensamiento editorial de El Colombiano, ni las universidades
e instituciones vinculadas con el proyecto.