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Recibir y sentir

Cuando nos centramos y relajamos la mirada, comenzamos a ser uno con el resto del mundo, dejamos de estar identificados con el ego.

14 de mayo de 2023
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  • Recibir y sentir

Por David Escobar Arango*- david.escobar@comfama.com.co

Querido Gabriel:

¿Cuántas veces te he dicho que pongas atención? No te enfocas y así no vas a poder terminar. ¡Deja de revolotear y concéntrate! Suspiré y volví al rompecabezas de 2000 fichas: primero el marco, luego el cielo, los árboles y los edificios, repetía en mi cabeza. Alguna vez te conté que fui un niño inquieto, moldeado por mi mamá a punta de ejercicios. Fue así como aprendí a enfocarme y a organizar mis tareas a pesar del déficit de atención y de una natural inclinación por la divagación y por el arte.

Una sicóloga me explicó hace unos años que esa capacidad de concentración, que ahora me permitiría sentarme a leer en medio de una tormenta, es fundamental para el aprendizaje. La atención, sin embargo, es poderosa pero, como todo don, viene con su contra. Quizás por esto me volví un poco ansioso y estoy frecuentemente en tensión. Claro que vivir así es imposible, puede agotar o quemar a cualquiera. “Razonar cansa, intuir no”, le leí hace poco a los Amigos del desierto.

¿Hablamos del curso que hicimos con Kamala, profesora de yoga y de no dualidad? Es posible que, en un mundo que nos exige poner atención y nos propone que la única virtud reside en el hacer, la respuesta a muchos de nuestros problemas sea lo contrario: reposar y recibir la totalidad de la vida, como dice esta increíble maestra que usa el yoga para enseñar, por medio de la experiencia de nuestro cuerpo, su simple y sabio conocimiento.

Atención y tensión están relacionadas. Vivimos como gallinas detrás del próximo grano de maíz, siempre concentrados en un post, un correo o una noticia, distraídos de lo esencial. Creemos ser productivos, pero la verdad es que cuando estamos tensos perdemos autenticidad y creatividad, nos desconectamos de los demás y del resto del universo.

Por el contrario, cuando nos centramos y relajamos la mirada (soft eyes, dicen en artes marciales), comenzamos a ser uno con el resto del mundo, dejamos de estar identificados con el ego. El mejor artista, y todos los somos de alguna manera en nuestros roles, es un canal, para lo cual debe estar limpio, liviano y dejar pasar a través suyo la energía creadora de la Vida.

“Veo tensión en tu espalda”, me dijo la profe. “Vives con mucha responsabilidad y demasiado esfuerzo”. Tampoco se trata de estar ahí, quietos como un gato a la hora de la siesta, lo cual está perfecto para el gato, y a veces para nosotros, pensé. “La vida es como una obra de teatro”, me explicó, “la clave no es actuar a toda hora sino sentir el espacio y aprender a identificar cuándo nos corresponde participar”.

Le conté a Kamala que Tarik Chekchak, experto en biomimetismo, cuenta que a nivel organizacional y social podríamos aplicar los mismos principios de los cardúmenes de peces, que nadan naturalmente en perfecta coordinación sin tensión alguna. Lo logran, explica, porque tienen, primero, un propósito claro y, segundo, unas reglas simples. Provoquemos la tertulia con el comentario de la profe: “A los dos principios de Tarik agregaría el sentir, vivimos una crisis de sensibilidad, para poder seguir el ritmo de la naturaleza es necesario sentir”. Definitivamente, hay cosas en la vida, quizás las más importantes, que no se piensan, se sienten, nos llegan, las recibimos.

* Director de Comfama

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