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Reflexiones sobre las drogas ilícitas

Estamos llenos de anomalías en el paradigma objeto de múltiples convenciones internacionales. Una serie de países y algunos estados de Estados Unidos oscilan entre la despenalización y el permiso del consumo de marihuana.

16 de febrero de 2025
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  • Reflexiones sobre las drogas ilícitas

Por Rafael Pardo Rueda - opinion@elcolombiano.com.co

Las convenciones sobre drogas se remontan a la Conferencia de Shanghai Contra el Opio. Se celebró en marzo 9 de 1908, desde entonces, abundan las convenciones internacionales que tratan el problema de las drogas ilícitas. En 1912 se suscribió el primer tratado internacional: la Convención Internacional sobre el Opio, quedando bajo custodia de la Sociedad de las Naciones al final de la Primera Guerra Mundial. En 1925 se aprobó una nueva convención internacional. Se amplió su ámbito a la cocaína y el canabis. Al crearse las Naciones Unidas se incorporó el tratado al Consejo Económico y Social de la ONU y crearon la Comisión de Estupefacientes.

En 1961 se suscribió la Convención Única sobre Estupefacientes. La firma no estaba exenta de responsabilidades. Tenía una lista sobre las sustancias prohibidas en cuanto a su producción, comercialización y consumo que desde entonces son consideradas violaciones a ley. En 1988 en Viena tuvo lugar la Convención Contra el Tráfico Ilícito de Estupefacientes y Sustancias Sicotropicas. En aquella convención se insta a los países a que establezcan sanciones penales. En 1988 se realizó una asamblea especial de Naciones Unidas (UNGASS) y después hubo una segunda UNGASS en 2016, donde se aprobó ser más estrictos con el blanqueo de dinero. Este año se cumplen 25 años de la Convención Contra el Crimen Organizado.

Estamos llenos de anomalías en el paradigma objeto de múltiples convenciones internacionales. Una serie de países y algunos estados de Estados Unidos oscilan entre la despenalización y el permiso del consumo de marihuana. Lo que plantea la necesidad de estudiar qué hacer con las convenciones antidrogas para solucionar las diferencias de aproximación. Lo de la marihuana es incluso lo más fácil. Resulta aún más complejo frente a países como los árabes, China y el sudeste asiático, donde hay pena de muerte para quien trafique o consuma drogas.

No hay una bala mágica (de plata) para resolver el fenómeno de las drogas. Pero el solo hecho de que las convenciones no reconozcan las realidades actuales habla de que nos seguimos enfrentando a una lucha sin las armas correctas.

Por ejemplo, nuestro país es el mayor productor de hoja de coca del planeta; exporta el 70 % de la cocaína del globo. Es increíble que el país, mayor productor del mundo de hoja de coca, tengo que hacer énfasis, del mundo, no tenga un programa de sustitución sólido. Familias Guardabosques lo dejaron acabar; el programa que teníamos con las antiguas Farc, fue prácticamente abandonado por el gobierno del expresidente Duque, después de que cien mil productores habían dejado la coca. Y este gobierno no lo ha reemplazado por ningún otro programa, pues se concentró en una mal diseñada paz total que no ha hecho otra cosa que provocar resiembras y, por lo tanto, mayor negocio.

Adenda. Una noticia de la semana pasada. El Clan de Golfo o el Ejército Gaitanista de Colombia se anunció que sería incluido por Estados Unidos en la lista de grupos terroristas. Eso no puede ser un inconveniente para que adelanten negociaciones, por el contrario, puede resultar disuasivo.

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