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Columnistas | PUBLICADO EL 05 octubre 2021

¡Qué vecindario!

Por alberto velásquez martínezredaccion@elcolombiano.com.co

Venezuela se ha convertido en un país problema para la región, especialmente para Colombia. Lo ha sido desde los tiempos del Libertador. Fue la piedra en el zapato para sabotear la Gran Colombia en su efímera vida. Ahora sí que es un Cuartel, como la llamó el propio Bolívar. Un cuartel habitado por una turba de militares con las alforjas llenas de dineros calientes que sirven interesadamente a un arrogante autócrata que asila a los aventureros que se esfuerzan en exportar su revolución marxista.

El sometimiento a la voluntad del capataz ha llevado a Venezuela a la desesperación social. Su economía, según sobrecogedor informe de El Tiempo, está en los rines. Pasó de la bonanza a la miseria. Su pueblo, en el éxodo más profundo, busca un plato de comida y un techo que no hallan en su país. Cerca de seis millones de venezolanos huyen sin brújula alguna y los que quedan, de estratos bajos, deben contentarse con un salario mínimo equivalente a 2,5 dólares mensuales que no les da ni para una bolsa de arroz. El hambre asfixia a su pueblo y ocho millones de venezolanos están desempleados. Es la radiografía de una hambruna anunciada.

Su producción de petróleo se fue al suelo. Está en 600 mil barriles diarios, por debajo de Colombia, a la que llegó a triplicar en momentos de bonanza. Es un país con una inflación del 1.600 por ciento —récord mundial imbatible por cualquier país en ruina— y con una pobreza del 95 %. Es una sociedad fracasada. Un sistema colapsado. Un Estado fallido. Un país inviable y un problema como carga económica para naciones receptoras con escasos recursos para atender emergencias externas. Un problema para Colombia, en donde cada calle de sus grandes ciudades está tomada por contingentes venezolanos que arrastran su dolor y desesperanza, en una postración desgarradora y melancólica.

Venezuela carece de dirigentes políticos probos, con garra, y de partidos sólidos y éticos. Se degradaron envueltos en la corrupción y en los fracasos de sus gestiones de Estado. Carece de liderazgos en oposición al régimen para convencer al mundo civilizado de los daños que viene causando una casta militar que, con políticos fracasados y corruptos, destruye una de las que fueron mejor economía del barrio suramericano.

Sin saber cuáles son sus reales intenciones, el dictador vecino abre las fronteras con Colombia. Habrá mayor flujo de intercambio comercial, pero también invasión de venezolanos en busca del sustento que no encuentran en su país. El impacto del desorden invasor lo reciben con dureza algunos vecinos, como Chile, que ha reaccionado con desproporcionada xenofobia. Otros, como Colombia, temen que el ejemplo venezolano repercuta internamente a través de movimientos populistas influenciados electoralmente por el despótico y moralmente fracasado experimento chavista.

P.D.: Confiamos en que el pronunciamiento del magistrado Jorge Emilio Casas, de la Corte Suprema, y el concepto de la Procuraduría, constituyan los argumentos de peso para que la Sala Penal absuelva al exgobernador Luis Alfredo Ramos, al considerar aquellos que esa decisión condenatoria se tomó sin el debido análisis e insuficientes pruebas, sin comprobar comisión de delito y creyéndole a testigos que son mentirosos

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