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Columnistas | PUBLICADO EL 22 marzo 2022

¿Puede China ser neutral?

La agresión rusa no puede dejar indiferente a Pekín ya que la prioridad del gobierno de Xi Jinping, de cara a su permanencia en el poder, es la estabilidad y el crecimiento económico.

Por Beatriz de majo - beatrizdemajo@gmail.com

Si Vladímir Putin está en busca de un espacio de seguridad o, por el contrario, si se trata de mera agresividad expansionista, estas son inquietudes que despiertan el interés chino. Sobre ello existe una posición geopolítica a nivel del Partido Comunista, pero, por mucho que pueda parecerse a situaciones que China experimenta, y por mucho que exista una sintonía con Moscú en la defensa de la territorialidad, nunca Pekín va a sumarse activamente a las tropelías de Putin. Menos aún en el terreno de lo militar.

No existe tal cosa como una posición de neutralidad de parte de China frente a la internacionalización de las hostilidades que Rusia inició en contra de Ucrania.

La agresión rusa no puede dejar indiferente a Pekín ya que la prioridad del gobierno de Xi Jinping, de cara a su permanencia en el poder, es la estabilidad y el crecimiento económico.

Dentro del contexto actual todos se preguntan si China puede inclinarse a prestar ayuda armamentista a Rusia para soportar sus propósitos bélicos contra Ucrania.

Joe Biden no vaciló en leerle la cartilla a Xi en la reunión que sostuvieron el jueves pasado. Dejó claro el presidente estadounidense que en el caso de que una cooperación militar de China con Rusia se haga presente en suelo ucraniano, deberán atenerse a sanciones de parte de Occidente.

Los círculos militares de Estados Unidos no logran ver con claridad el nivel de colaboración operacional que puede existir a esta hora debido al control de la información que prevalece de lado y lado. No obstante, la prensa europea reseña que las fuerzas militares rusas en Ucrania estarían recibiendo, en medio de las debilidades del avance terrestre causadas por la resistencia de los ucranianos, aprovisionamiento de origen chino en medicinas, alimentos, agua y combustible. Ello no involucraría pertrechos militares.

Este tipo de cooperación tampoco es bien visto desde Washington. Ni oxígeno a Rusia en materia comercial ni ayuda militar, cualquiera que sea su naturaleza, es la consigna. Pekín deberá pensarlo dos veces. En lo atinente a los gobiernos, Estados Unidos se encargará de que las sanciones de Occidente en contra de China no tarden y se asimilen a las ya en práctica contra Rusia.

Pero, desde la óptica privada, la inhibición de la inversión externa en suelo chino durante la postguerra se hará sentir con fuerza. La autocensura corporativa del mundo libre, en cuanto a su presencia en suelo del gigante chino como capital de riesgo o al comercio de este con Rusia, se extendería a China más temprano que tarde.

Un camino le viene quedando a China para no plegarse a la mano dura que Occidente exhibe hasta el presente. El retroceso económico de Rusia, lo que será la consecuencia instantánea de la gesta “heroica” de Putin, deja al país a merced de China, la que no dudará en “colonizar”, succionar o intervenir por las buenas a su vecino, que quedará descalabrado en lo económico, golpeado en lo militar y, sus jerarcas, haciendo frente a la justicia penal internacional 

Beatriz de Majo

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