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El profesor de economía política de Harvard, Dani Rodrik afirma que la crisis por el coronavirus no va a producir un cambio definitivo en la política y en la economía global. No cree que las afirmaciones de intelectuales –Žižek, Chul Han, Butler, Agamben, Habermas– sobre un cambio fundamental en la orientación de la economía global tengan fundamento. Por el contrario, considera que las actuales tendencias de hiperglobalización, populismo, nacionalismo y neoliberalismo, se afianzarán y cerrarán las posibilidades de construir una trayectoria diferente. Su visión es realista y desencantada. El mundo es injusto, no hay solución (El Espectador-15.04.20).
Esto significa que para muchos la fe en el capitalismo no se resiente a pesar de la profunda desaceleración de la máquina capitalista generada por la crisis del coronavirus. El capitalismo esperará un tiempo para poder nuevamente expandirse, expansión que es su esencia. No estamos ante una situación en la que no vaya a haber más posibilidades de innovación, aceleración y crecimiento. Esta crisis será superada y hará posible un nuevo momento de generación de crecimiento económico, superior al que se dio en la gran ola de la globalización.
Frente a esta rígida visión sobre la crisis del capitalismo es necesario rescatar la economía del neoliberalismo. La economía debe servir a la gente y la gente no debe convertirse en objeto de explotación de la economía. El desarrollo económico tiene que ver con personas, no con objetos. Esta propuesta ha sido hecha por el sociólogo alemán Hartmut Rosa, quien parte de una idea, de Aristóteles y Marx, según la cual es necesario separar el crecimiento económico, (en el que el capital debe crecer de forma continua e ilimitada) del concepto de vida buena. En las sociedades modernas poder alcanzar una vida buena depende de la posibilidad de tener los recursos necesarios: cómo ser más rico, más saludable o atractivo, o tener más amigos, o cómo adquirir mejores habilidades y conocimiento. “El imperativo ético que guía a los sujetos modernos no es una definición particular o sustantiva de la vida buena, sino la aspiración de adquirir los recursos necesarios o útiles para liderar una” (Rosa, 2018).
La función de la economía debe ser crear las condiciones para que todas las personas puedan tener una vida buena, puedan mejorar su situación y no empeorarla. Si el crecimiento económico ya no puede alcanzar estos fines, como sucede con el capitalismo neoliberal, es necesario concebir formas de una vida buena que ya no dependan de una concepción basada en el crecimiento económico.
Como señala Tim Jackson, hay dos opciones para salir del dilema del crecimiento: “Una es hacer que el crecimiento sea sostenible; la otra es hacer que el decrecimiento sea estable” (2009). Realmente el argumento de Dany Rodrik es débil. Su realismo sin esperanza desconoce lo que puede haber más allá de la crisis del capitalismo en propuestas como: “decrecimiento”, “neo-socialismo”, “eco-socialismo del Sur Global” y de “poscrecimiento”, que tienen en común un cambio social y ecológico de la forma de producción y de vida del capitalismo.