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Columnistas | PUBLICADO EL 13 noviembre 2020

Pensando en la Navidad; también en la salud

Por Aurora Rada Mejía

En mi familia como en tantas otras hay incertidumbre por las celebraciones navideñas, por la perspectiva de un diciembre sin encuentros, sin fiestas y sin novenas. Mis hermanas dicen que por una pantalla no es lo mismo, que el tutaina tuturumá suena horrible y que la natilla y los buñuelos sin los sobrinos haciendo bulla y haciendo guerra de pelotas con los empaques de los regalos no saben igual. Para regalos no es que haya mucha plata para comprar y este año las madres sí que debemos estar alertas para que el derroche en aguardiente y voladores no se funda los pocos recursos que hay. Pero lo principal es llamar al orden a hijos, nietos y todo el que se pueda para que no anden por ahí como locos pensando que el coronavirus ya se fue o que se quita tomando trago. Hay costumbres muy arraigadas pero deberíamos saber que las cosas han cambiado y que tampoco es que nos vayamos a quedar así para toda la vida. A las sobrinas que están desesperadas por no poder darle rienda suelta al bailoteo y a los muchachos que están que se saltan por el balcón pegados del volador y de los totes, un llamadito a la calma y que no desaprovechen el tiempo y que se pongan a leer y estudiar que de pronto va y les gusta.

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