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La crisis de liderazgo de nuestra región se acentúa y pareciera que nos estamos acostumbrando a ella. El alcalde Daniel Quintero le apostó a dividirnos como sociedad con un discurso maniqueísta, que repudia y culpa de todos los males al empresariado antioqueño, desconociendo, tal vez por llevar tan poco tiempo viviendo en la ciudad, que nuestros empresarios se quedaron al frente de sus compañías en momentos muy oscuros de nuestra historia; en medio de secuestros, amenazas y atentados.
En esa época del terror, cuando la tasa de homicidios alcanzó a ser de 381 por cada 100.00 habitantes, no había confianza alguna en el futuro y a diferencia de otras regiones donde también se vivieron momentos muy difíciles, la permanencia de los empresarios fue fundamental para poder lograr la transformación de nuestra ciudad, en un trabajo conjunto con los gobiernos locales y la academia. Querer enfrentar a la ciudadanía con la clase empresarial solo pretende ocultar la metida de pata en EPM con otro error más grande.
Sería muy importante contar con el liderazgo del gobernador Aníbal Gaviria, que en su paso por la Alcaldía implementó el modelo del conglomerado público, que debería ser el referente para dotar de un gobierno corporativo a las entidades descentralizadas del Municipio de Medellín y así privilegiar la visión de largo plazo sobre los caprichos de la politiquería y los desafueros del actual alcalde.
Lastimosamente su situación jurídica no se rectifica y el despacho del encargado avanza en medidas polémicas, como no permitir el regreso a clase en las escuelas públicas, que supondrá un atraso que nos costará mucho como sociedad y en el favorecimiento de la economía extractiva en el Suroeste de Antioquia. En su lugar, es mejor apostarle al desarrollo sostenible con encadenamientos productivos que generen más empleo y aprovechen las fortalezas de la región. Para llevar a estos territorios más oportunidades que permitan mejorar las condiciones de vida y reducir la pobreza necesitamos que desde el Departamento se propicien sinergias y relaciones más estrechas entre lo urbano y lo rural, se impulsen las complementariedades y la conectividad de las subregiones para lograr una economía diversificada y articulada con la ciudad como centro de la economía del conocimiento.
Quisiera proponer, para que esta crisis institucional por la que atravesamos no se vuelva paisaje, que se propicie una campaña tempranera en la que se visibilicen los nuevos liderazgos y se haga un ejercicio serio de oposición y de control político. Tenemos que retomar el camino y exigir un gobierno comprometido con la oportunidad de transformar las realidades sociales y no solamente buscando un trampolín para futuras aventuras políticas.