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Hoy más que nunca en la historia de América Latina hay más estudiantes y personas graduadas de las universidades e instituciones de educación superior. Según un informe del Banco Mundial, para 2018 “la matrícula de las universidades en América Latina se multiplicó 10 veces en las últimas dos décadas.” Pero curiosamente, el desempleo y la desigualdad en los países de la región no cede. Así que resulta legítimo preguntarse: ¿Pa’qué estudiamos?
En ningún otro momento de la historia de la humanidad, el conocimiento ha evolucionado a pasos agigantados, hoy hablamos de 4 revoluciones industriales: la primera, hacia 1800 cuando desarrollamos el carbón y se dio inicio a toda la producción industrial; la segunda, vino de la mano de la energía y fue a principios del siglo XX; la tercera, con las tecnologías de la información y las comunicaciones que cambiaron las formas de producir hacia los años 60’s; a la cuarta revolución industrial, estamos dándole la bienvenida con los datos como la principal materia prima para generar valor.
¡Muchas transformaciones sociales y económicas, y en muy corto tiempo! Así que el ingreso a la educación superior es vista como la mejor alternativa de movilidad social. Según varias encuestas realizadas en la región latinoamericana, en Chile el 46% de los estudiantes pertenecen a la primera generación de universitarios en su familia; en el caso de las universidades de la gran ciudad de Buenos Aires en Argentina es del 70%; y en nuestras universidades colombianas “de cobertura”, que es el nombre para las universidades privadas para el acceso de la base de la pirámide, donde la primera generación es el 80% de la población de estudiantes.
Por lo que no se puede entender cuando las empresas se quejan de no tener el talento humano con la formación pertinente para trabajar en sus compañías. Es que el asunto no es de educación superior, sino del desarrollo de habilidades para la vida que permitan saber hacer a partir del conocimiento.
¡Pero si por acá llueve, al otro lado del océano Atlántico no escampa!: un estudio realizado recientemente en España dice que “seis de cada 10 europeos con titulación superior consideran que sus universidades no los prepararon para gestionar la revolución tecnológica”. Así las cosas, no estudiamos para memorizar como loros conceptos y conocimientos técnicos, sino que estudiamos para aprender a aprender. A ejercitar el músculo que nos permite comprender los nuevos conocimientos.
En la universidad dan los elementos para aprender a moverse en una rama del conocimiento, no le otorgan a uno un set de herramientas y de conocimientos para cumplir toda la vida una misma labor.
Si ustedes conocen a alguien que está estudiando en la universidad o va a empezar sus estudios superiores con el objetivo de aprender a trabajar y a tener todo el conocimiento para hacer un trabajo con experticia, díganle que ¡no pierda el tiempo! Hoy en día se estudia para saber aprender en una rama del conocimiento, porque el saber hacer se aprende haciendo.
arangogiraldo@gmail.com