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¿Más de lo mismo? Parece que sí, en el mundo y en Colombia.
En una milésima de su existencia, 300 de sus 300 000 años como especie, el Homo sapiens, los humanos, nos multiplicamos por 15, alteramos la atmósfera, desacomodamos el clima, borramos del planeta la mayoría de los otros grandes animales y grandes extensiones de bosques, agotamos tierras agrícolas y las reservas de agua subterránea.
El breve recuento de Paul y Anne Ehrlich, reconocidos ambientalistas y autores, aterra. Ha sido la vida normal hasta 2019, que debería dar paso a una era anormal, si así se entiende, de menos dependencia del petróleo, un uso más racional de los recursos naturales que nos dan vida y centrada en el ser humano.
Hace poco, la bióloga experta en temas ambientales, Brigitte Baptiste, recalcaba que no podíamos salir, tras la pandemia, a acelerar el aprovechamiento de nuestros recursos y aligerar la vigilancia del Estado.
Pero eso es lo que está sucediendo. No hay ni asomos de la necesaria transición hacia esa nueva “anormalidad”.
El gobierno de Iván Duque está dando pasos acelerados para consumir lo poco que nos queda, a expensas incluso del bienestar del colombiano común.
En las ahora casi secretas sesiones del Congreso más de 100 congresistas intentaron aprobar un “mico” que daba camino al fracking (rechazado en otra sesión), mientras se abre paso la minería en Santurbán que afectará el suministro de agua a millones de personas pero le dará mucho dinero a una empresa de Emiratos Árabes y en cuyo trámite no ha quedado clara la delimitación del páramo. Una espada que también pende sobre extensa zona del Suroeste de Antioquia con la posible megaexplotación de oro en Jericó.
Más de lo mismo. Capitalismo salvaje y destructor, extractivista vendido como riqueza y generador de empleo, que al final de cuentas es un espejismo que deja daños sociales y ambientales serios y enormes dividendos para el gran capital foráneo y nacional, siempre favorecido.
Parece que el remezón del coronavirus no conmovió a gobernantes, políticos ni dirigentes. Pero gran parte del mundo está despertando ante esta cadena de abusos que ponen en peligro el futuro, despertar por cambios en el modelo económico que ha profundizado la inequidad y afectado el entorno planetario que nos soporta.
Se vivió en las marchas de 2019 en muchos países. Sus objetivos están vigentes. Es cuestión de tiempo que la gente explote de nuevo.
Maullido: Para ajustar el gobierno sigue dándoles duro a trabajadores. Siempre en contra de ellos.