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Columnistas | PUBLICADO EL 20 agosto 2022

Microdosis para viajes de negocios

Las dosis chicas de manera regular han aliviado trastornos que incluyen depresión, migrañas y síndrome de fatiga crónica, al tiempo que aumentan el pensamiento innovador.

“Tomar LSD fue una experiencia profunda, una de las cosas más importantes de mi vida... El LSD te muestra que hay otra cara de la moneda y no puedes recordarla cuando desaparece el efecto, pero lo sabes. Reforzó mi sentido de lo que era importante: crear grandes cosas en lugar de hacer dinero, poner las cosas de nuevo en la corriente de la historia y de la conciencia humana tanto como pude”.

Esta frase, pronunciada por Steve Jobs, el fundador de Apple, detonó un movimiento. En Silicon Valley, al sur de San Francisco, donde la tecnología y la innovación se cocinan, muchos de los desarrolladores han incluido como parte de sus dietas dosis diminutas de LSD, hongos mágicos o Mdma (éxtasis).

La ingesta del cinco al diez por ciento de la cantidad completa de una droga psicodélica, cada dos o tres días, basta para incrementar los procesos de enfoque, aumentar la energía, mejorar el estado de ánimo y detonar la explosión creativa, tal como lo narran sus usuarios.

Es una dosis tan pequeña que no permite llegar a un estado alucinógeno, pero contiene la medida justa para alterar el estado de conciencia y aumentar la productividad. Esta pócima no solo se ha vuelto una práctica para profesionales de muchas disciplinas, sino también una fórmula que algunos psicólogos han empezado a recetar —clandestinamente o desde el territorio de la alegalidad— para acompañar las terapias de sus pacientes.

El Dr. James Fadiman, conocido como el “padre de la microdosificación” por sus exploraciones pioneras y estudios científicos sobre este tema, ha señalado que las dosis chicas de manera regular han aliviado una serie de trastornos que incluyen depresión, migrañas y síndrome de fatiga crónica, al tiempo que aumentan el pensamiento innovador. Los informes que ha recopilado están llenos de historias de personas que superaron sus inseguridades, ansiedad, depresión y estrés, así como migrañas, dolores de cabeza y molestias menstruales. “La microdosificación me ha ayudado a idear nuevos diseños para explorar y nuevas formas de pensar”, señala uno de los testimonios reunidos por Fadiman.

Pero si bien los estudios con dosis completas de psicodélicos en contexto terapéutico son prometedores, cuando se trata de microdosis, hasta hoy, la evidencia está en construcción.

Si bien el New York Times recogió en un artículo los dos ensayos más grandes de microdosis realizados hasta la fecha, indicando que sus resultados no sugerían nada diferente a los del efecto placebo, también es cierto que la tecnología de neuroimágenes ha mostrado cambios en la actividad y la conectividad del cerebro después de recibir pequeñas porciones individuales de LSD, similares a los observados en cantidades más grandes de la droga.

Estos hallazgos, que aún parecen ambiguos, y los entusiastas testimonios de quienes siguen experimentando con esta técnica son los que mantienen vivo el interés de grupos de investigación por descifrar la receta que, en dosis pequeñas, podría contener las claves para una alternación tan mínima como ventajosa 

Adriana Correa Velásquez

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