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Columnistas | PUBLICADO EL 10 junio 2021

Mesa de imposiciones

Por Juan Gómez Martínezredaccion@elcolombiano.com.co

Lo que pretenden los organizadores del paro, que no participantes, es una mesa de imposiciones y no de diálogo o de negociaciones. Me recuerda esa posición lo ocurrido con las Farc en las conversaciones del Caguán. Estábamos en una reunión conjunta de la Mesa de Negociaciones y el Comité Temático. Manuel Marulanda –Tirofijo– nos dijo: “Vean las del gobierno, les mando una propuesta y me dicen que me mandarán una contrapropuesta, yo no acepto contrapropuestas. Ahora me mandan una propuesta, yo no acepto propuestas del gobierno”. Esa era la tónica de la guerrilla, la misma que aceptó el gobierno Juanpa –como le gusta que le digamos– cuando les aceptó todas sus demandas, les entregó el país con curules gratis y sin votos en el Congreso y nada de propuestas del gobierno.

Ahora, los representantes del paro en la mesa de negociación, líderes que no dan la cara en las manifestaciones, bloqueos, saqueos, destrucción de buses, asaltos a los CAI, sino que se quedan en sus oficinas sin ningún peligro y que se creen sin ninguna responsabilidad. La tienen toda y serán ellos quienes deberán pagar los daños a la cosa pública y a la propiedad privada, además de las pérdidas económicas.

No estaba de acuerdo con la actitud del gobierno nacional. Dejar pasar las cosas, la violencia, los saqueos, la destrucción, los bloqueos a las vías y muchas cosas más, pero ahora me doy cuenta de esa política que yo veía como debilidad de las autoridades. Con esa actitud, nos mostraron a los colombianos y a los organismos internacionales, mal informados, que lo que pretenden es tomarse a Colombia por la fuerza sin tener el apoyo de una verdadera razón económica o social. Lo que los mueve es una política camuflada.

Los patrocinadores y defensores del vandalismo y la destrucción se retiraron de la mesa de diálogo porque el Gobierno no les concedía y aceptaba todas sus pretensiones. El Gobierno les mostró a los colombianos y a la comunidad internacional, la verdadera intención de estos malos y perversos dirigentes. Tiran la piedra y esconden la mano. Nada les importa el país, nada quieren benéfico para el futuro de Colombia y los colombianos. Así son, pero, con la política del gobierno Duque, les destaparon las cartas y el mundo entero conoció la verdad.

Ejemplo de valor y de amor por la patria nos dio una madre que, al ver que su hijo participó en la destrucción de un metrobús, en Cali, entregó al menor a las autoridades y le hizo sentir lo que es la responsabilidad.

También se debe castigar a los dirigentes, por repartir dinero proveniente de no se sabe dónde, setenta mil pesos diarios por manifestante, muestra a las claras que están patrocinados por los poderosos narcotraficantes. De otra manera sería imposible pagar tanto dinero a unos menores que están en las marchas violentas, desconocedores del porqué de ellas. Tan cierto es ese desconocimiento que un periodista le preguntó a una participante por qué lo hacía, la niña respondió que para tumbar al presidente Uribe. El periodista le replicó que Uribe no era el presidente y ella le dijo: “cualquiera que sea”. Esa es la sinrazón de la violencia

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