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Columnistas | PUBLICADO EL 25 enero 2021

Más democracia

Por federico gutiÉrrez zuluaga@FicoGutierrez

He venido sosteniendo reiteradamente la importancia de cuidar y fortalecer la democracia como garantía de las libertades personales, el progreso social y el desarrollo sostenido y sustentable de todo un país. Pero este no puede ser un proceso automático ni vertical sino vivo y construido en red, es decir, apropiado por los ciudadanos mediante la participación razonada en los asuntos públicos y la búsqueda de soluciones concertadas a los problemas de interés común. Autoridades gubernamentales y sociedad civil deben trabajar en la defensa de lo público.

Una ciudadanía afianzada en una cultura democrática de la participación requiere un proyecto educativo nacional que incluya de manera efectiva la formación de las personas en cultura política, valores cívicos y capacidades como el pensamiento crítico, la creatividad y la conciencia ciudadana para la transformación positiva de los problemas. Pero además, es fundamental el fortalecimiento de aquellas instituciones, mecanismos y procedimientos que aseguren una participación inclusiva y pluralista, legitimando de paso el sistema electoral propio de las democracias.

En este sentido veo oportuno, después de 34 años, la aprobación de un nuevo código electoral colombiano por el Congreso de la República en diciembre, que pasará al análisis de legalidad y luego a sanción presidencial. Lo primero que se advierte, es la paridad de las listas entre hombres y mujeres, una reivindicación de la equidad de género y del derecho a la igualdad de participación de la mujer en un contexto social que lo exigía. Aunque en mi concepto y por experiencia personal, el papel de nuestras mujeres en la política y en otros espacios se ha dado por sus inmensas capacidades y no como un requisito o cumplimiento de ley. Necesitamos de ellas.

De igual forma, el nuevo código electoral normaliza el voto de personas con diversidad funcional o con discapacidad, garantizando sus derechos civiles y políticos y estableciendo, entre otras cosas, la implementación de mesas especiales de fácil acceso en los puestos de votación.

En cuanto a la promoción de una mayor participación electoral, el código establece “La ciudadanía juvenil” que permite a los jóvenes, a partir de los 14 años, votar en las elecciones que la ley disponga para la conformación del Consejo Nacional y los Consejos Departamentales, Distritales, Municipales y locales de juventud. Esta apertura al protagonismo de las nuevas generaciones es crucial para la actualización de las agendas públicas con los temas de avanzada que abanderan hoy los jóvenes y para la renovación de los liderazgos políticos y sociales en los diferentes territorios del país.

Para cuidar el proceso, la identificación de los electores se podrá hacer con cédula física o digital o mediante la biometría, lo que brinda mayor seguridad y certeza sobre quiénes ejercen el sufragio y evita la suplantación de los ciudadanos. Igualmente, el voto rural será otro elemento importante de la reforma, pues brindará mayores garantías a los ciudadanos del campo para que puedan desplazarse y cumplir con su derecho al voto.

Pese a las críticas que puedan existir, pues la nueva normativa electoral no es perfecta, si establece cambios que beneficiarán a los votantes y dará mayor claridad a los procesos electorales haciéndolos más transparentes e inclusivos. El gran reto es hacer operativa la norma mediante apoyos a esta ruta legal de la participación, lo que implica esfuerzos para sensibilizar, formar y estimular a los ciudadanos a que se movilicen en torno a lo público.

La participación ciudadana da vida a las democracias. A través de ella se gestan las grandes transformaciones sociales. Avanzar hacia un país mucho mejor, exige la responsabilidad cívica de construirlo desde ese gran poder de participar que nos otorga la democracia siempre respetando las diferencias para delinear nuestro futuro como sociedad

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