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Por María Adelaida Saldarriaga - Comunicaciones.wic@womeninconnection.co
Colombia está envejeciendo. En 2024, más del 13% de la población ya supera los 60 años, y para 2050 esta cifra se duplicará. Aunque este dato suele aparecer en tono de advertencia —como si el envejecimiento fuera una amenaza—, la verdad es que encierra una oportunidad económica de gran calibre: la Silver Economy.
Este término, acuñado por la Unión Europea, se refiere al conjunto de actividades productivas vinculadas a las necesidades, capacidades y potencial de las personas mayores. Hablamos de un mercado en expansión que incluye sectores como salud, vivienda, tecnología, servicios financieros, turismo, entretenimiento, educación y empleo adaptado. Se estima que a nivel global este segmento representará más de 15 billones de dólares en los próximos años.
En Colombia, sin embargo, seguimos viendo la vejez como sinónimo de retiro, pasividad y dependencia. Esa visión no solo es injusta: es un error estratégico. Muchos adultos mayores están activos, tienen experiencia acumulada, redes familiares estables y, sobre todo, poder de consumo. Son usuarios exigentes, leales, y están dispuestos a invertir en bienestar, comodidad y calidad de vida. El país no puede seguir ignorando este segmento.
Para los empresarios, la pregunta es simple: ¿están nuestras empresas pensando en este mercado? ¿Estamos diseñando productos, servicios y experiencias con y para las personas mayores? ¿Estamos viendo en ellas no solo usuarios, sino también colaboradores y aliados?
El sector privado tiene una oportunidad histórica: desarrollar tecnología accesible, adaptar servicios financieros, ofrecer viviendas flexibles, promover el turismo senior, fomentar el empleo intergeneracional. No se trata de filantropía, sino de visión. En un país que envejece, quien no innove para ese segmento, quedará rezagado.
Pero la tarea no es solo empresarial. Las políticas públicas también deben girar hacia una economía del envejecimiento activo. Es urgente incentivar el emprendimiento senior, capacitar en habilidades digitales, flexibilizar los modelos de retiro y fomentar una narrativa más realista y positiva sobre el envejecimiento.
Ignorar la Silver Economy no solo es perder dinero; es perder talento, conocimiento y estabilidad social. Invertir en ella, en cambio, significa crecimiento económico, cohesión social y mejor calidad de vida para millones de personas.
Colombia necesita líderes —empresariales y políticos— que entiendan que la edad no es un límite, sino una dimensión más de la diversidad. La revolución gris ya empezó en el mundo. La pregunta es si nuestro país va a liderarla o a dejarla pasar.