viernes
0 y 6
0 y 6
El Partido Republicano ha regado la política estadounidense con un bidón de gasolina. Por momentos de a poco, soltando líquido de manera meticulosa en esquinas poco vigiladas, aunque cada vez con más frecuencia lo hace de forma burda, a chorros generosos, sobre cualquier cosa que no lo favorezca. Al final, con un show de falsos lamentos, en el que insiste en que odia el fuego, pero también en que no tiene más remedio, lanza un fósforo encendido y se ríe cuando todo empieza a arder. El partido conservador de la primera potencia impide cualquier cambio, se opone a todo progreso, dinamita todas las posibilidades de diálogo y, al final, se queja de la Casa Blanca por las consecuencias.
El bipartidismo estadounidense pasa por sus peores horas y aunque la culpa es compartida, la intransigencia de la oposición ha llegado a límites que hacen imposible cualquier solución negociada. Los contrapesos de la democracia luchan para evitar el colapso, pero es en las ruinas de todo proyecto social en las que el trumpismo, que a manotazos retomó el liderazgo republicano, pretende reconstruir el poder perdido. Solo mediante el desengaño con el gobierno actual es posible pavimentar un regreso de la derecha a la presidencia.
En el primer año del gobierno de Joe Biden y Kamala Harris la estrategia de la oposición ha resultado. Si bien el inicio en funciones del demócrata parecía auspicioso, y los primeros meses fueron una aplanadora de propuestas, rápidamente el ejecutivo se vio empantanado en trabas burocráticas y palos en la rueda. A las luchas con el contrario político se le fueron sumando las voces internas discordantes que parecen no entender que el objetivo es el mismo y es doble: hacer avanzar la sociedad en medio de una pandemia mientras se oponen al regreso del nacionalismo rancio.
Cumplir el propósito no es fácil y por ahora, para decirlo sin ambages, fracasa. Las consecuencias de una mala administración actual serían catastróficas. El regreso al poder mundial de la xenofobia y el nacionalismo, de la misoginia y las mentiras como discurso. Del desconocimiento de la ciencia y el enaltecimiento de las ideas conspirativas. De la carcajada burlona de aquellos que adoran ver el mundo en llamas porque siempre han construido su poder y su riqueza desde la devastación de las mayorías