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Columnistas | PUBLICADO EL 04 noviembre 2021

LECCIONES DE 35 AÑOS EN LA TV

Por JORGE RAMOSredaccion@elcolombiano.com.co

Ayer cumplí 35 años como conductor del Noticiero Univision. Ese nunca fue mi plan. Pero no me pude imaginar una carrera —y una vida— más intensa y llena de satisfacciones. Si la felicidad es ser uno mismo y no querer ser otro, esta maravillosa profesión de periodista me ha hecho feliz. Y agradecido.

Estas son algunas de las cosas que he aprendido luego de unos siete mil noticieros al aire y en vivo frente a una cámara de televisión.

He sido presentador de noticias por tanto tiempo que a veces me es más fácil hablarle a una cámara de televisión que a un grupo de personas. Es, lo reconozco, una terrible deformación profesional.

Me nombraron presentador de noticias a los 28 años. Y no es que fuera el mejor o el peor. Simplemente hubo una crisis laboral que dejó casi vacía a la sala de redacción en 1986 y yo fui el único presentador hombre que quedó.

Hoy ocho de cada diez estadounidenses reciben sus noticias en sus celulares o en su tableta y computadora. Hay una gigantesca ola que se está llevando las audiencias de la televisión tradicional a las redes sociales. Es como si unos extraterrestres las hubieran secuestrado.

El contenido, no importa lo que sea, sigue siendo rey y reina. Pero los presentadores estamos en peligro de extinción.

Por lo tanto, hay que dejar de ser un ancla y convertirse en surfista. Y moverse de plataforma en plataforma, surfeando redes, para llevar el contenido a los lugares adonde se han mudado las nuevas audiencias. Ese es el presente y el futuro. Quienes no lo entiendan, como dinosaurios mediáticos, van a desaparecer del nuevo universo digital...

Pero aún hay ciertas cosas que no han cambiado.

Si la gente no te cree, de nada sirve tu trabajo. La credibilidad y la confianza son lo único que cuenta en el periodismo. Y se ganan diciendo cosas que luego se comprueba que son verdaderas. Nuestra responsabilidad más básica es reportar la realidad como es, no como quisiéramos que fuera.

Pero ahora entiendo que nuestra principal responsabilidad social es cuestionar a los que tienen el poder. Ser contrapoder. Para eso le sirve el periodismo a una sociedad.

No podemos ser neutrales frente a un dictador o alguien que abusa de su autoridad. Hay que hacer preguntas cortas y al corazón.

Los malos, tengo que reconocerlo, casi siempre son mejores entrevistados. Y últimamente, cuando tengo una entrevista importante, suelo pensar dos cosas: que si yo no hago la pregunta difícil nadie más la va a hacer y que nunca más volveré a ver a esa persona. Eso siempre ayuda para atreverse a preguntar.

Confieso que he viajado. Mucho. Esa fue una de las razones por las que me hice periodista. Supe que quería pasar el resto de mi vida como testigo de la historia y conociendo a los que la hacen. En el periodismo, como en la paternidad, la mitad se logra estando presente.

Dar las noticias es, sin embargo, un quehacer muy efímero. En eso, el periodismo se parece tanto a la vida y te prepara para morir muchas veces —y reinventarte— cada 24 horas.

El costo personal ha sido altísimo. Esta es una profesión de muchos rompimientos y frustraciones. El periodismo es celosísimo. Ahora, a los 63 años, siento que me faltó tiempo para experimentar más y para equivocarme más. Este trabajo me ha dado tanto. Pero, también por él, he dejado de hacer muchas cosas.

Me faltaron unos 20 años para haberme ido a vivir un rato a Tokio, a Bali, a Venecia, al Tibet y a la India. Tanto mundo y tan poco tiempo. Me faltó tiempo para regresar a vivir a la ciudad de México, Esa idea de volver nos agobia a los que nos convertimos, sin quererlo, en inmigrantes. Soy, como diría la escritora Sandra Cisneros, un anfibio viviendo en dos mundos.

Trabajo, lo sé, con muchos de los mejores periodistas del mundo, que, día a día, se han convertido en mi familia extendida... De verdad, gracias.

Quien es periodista nunca deja de serlo. Es la única profesión que te obliga a ser joven y rebelde toda tu vida. Es una bendita adicción que aún no estoy dispuesto a soltar...35 años después 

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