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Por Cristian Camilo Perico M.
Universidad de Manizales
Comunicación - Periodismo, semestre 8
cristianca.1300@gmail.com
Las redes sociales se han convertido en el vertedero de pensamientos de los usuarios. El tipo de contenido publicado es la representación más pura del que publica: de lo que le disgusta, divierte e interesa. No obstante, conocer tanto a las personas suele llegar a ser decepcionante. La deshumanización e indiferencia del otro en nuestro país ha llegado a escalas crueles.
La explosión de un camión cisterna tras sufrir un accidente en la Troncal Caribe, en el corregimiento de Tasajera, municipio de Pueblo Viejo, Magdalena; que hasta ahora ha cobrado la vida de 21 personas y ha dejado más de 40 heridos, avista la displicencia de muchos frente a actos desastrosos. Según el testimonio de Manuel Cataño, conductor del automotor, el hecho se ocasionó presuntamente cuando dos personas, de las más de 80 que estaban saqueando el vehículo que transportaba gasolina, intentaron robar la batería. El suceso ha acaparado la portada de periódicos y ha sido motivo de memes en cuentas donde se les hace graciosos reírse a costa del dolor ajeno.
Sin embargo, algo que han omitido los comediantes de la desdicha es el contexto mínimo indispensable del sector y sus habitantes. No hay que ser sociólogo para intentar dimensionar el actuar de los pobladores de una de las zonas más vulnerables de la costa colombiana. Hablamos de un municipio pobre que no cuenta con cobertura de servicios básicos, donde sus cerca de 33 mil habitantes dependen de la ahora debilitada producción pesquera artesanal en la Ciénaga Grande de Santa Marta, donde los políticos no tienen presencia sino en periodo electoral, donde al parecer la idea de robar es más por necesidad que por codicia; contrario a lo que juzgan muchos.
Esta desventura es el resultado de la cadena de falencias que se tienen en las zonas periféricas de Colombia, donde el Estado no garantiza a sus nacionales condiciones mínimas de supervivencia ni oportunidades para progresar, donde los derechos humanos están postergados a las clases de ciencias sociales de los pocos que tienen acceso a la educación, donde nacer es estar relegado a la pobreza y al abandono de la dinámica y el orden social oficial. Se razona que el fin no justifica los medios, a pesar de ello debemos entender que el raciocinio es una actividad que con hambre no va. No se puede exonerar a las personas por la imprudencia de estos actos, pero juzgarlos severamente, al punto de reírse de su muerte y denominarla “depuración necesaria” es superficial, insensato por no pensar en qué los llevó a ello y deja en evidencia la situación de privilegio de muchos internautas.
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