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Por alicia m. Miranda de S.
No hay día que no encuentre en alguna parte una solicitud de algún sector, para que determinadas materias o conocimientos se incorporen al pensum escolar. A los niños habría que educarlos en muchas cosas, y estas son algunas de las que he anotado que proponen: conceptos financieros, nutrición y dietética, acuerdo de paz con las Farc (creo que este ya está ordenado en una ley), yoga, nuevas tecnologías, globalización, sinología (estudios sobre China), Constitución y leyes, ecología y protección al ambiente, políticas diferenciales de género, caligrafías, culturización empática, antropología indígena, religiones y credos, electrónica, meditación y culturas de Oriente, etc.
El problema es que el tiempo es limitado y seguramente la capacidad de aprendizaje también. Como madre “experta” (seis hijos) puedo decir que hay cosas que el colegio enseña (matemáticas, lenguaje, idiomas, educación física, otra vez matemáticas) y en el hogar ajustamos lo que hace falta: valores, ética, compromiso, decencia. Me quemé las pestañas con ellos y las matemáticas (¡ordenar el pensamiento!) y las estructuras gramaticales (¡sepan hablar y escribir!). Y un mandato perentorio, y a Dios gracias me hicieron caso: jamás, ¡jamás!, juntarse con mafiosos, ni acercarse a ellos. Les ha ido bien en la vida. Confío plenamente que así será con mis nietos.