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Columnistas | PUBLICADO EL 13 marzo 2023

La tragedia de la minería

La literatura de las regiones es fuente riquísima de conciencia histórica y política y de exactitud periodística. La de Antioquia sí que lo es, en la trágica faceta de la minería.

Por Juan José García Posada - juanjogp@une.net.co

La buena fe no es suficiente cuando se carece de información y conocimiento, porque puede incurrirse en tergiversaciones y en la propagación de falsedades y fake news. Seguro con la mejor intención algunos colegas del altiplano se interesan por las cuestiones de las regiones, pero arman unos enredos que pueden crear figuraciones mentirosas y agravar los conflictos. Escuché una entrevista radial con un minero ancestral del Bajo Cauca durante el largo y dañino paro y los desastrosos bloqueos viales. En el forcejeo de interpelaciones y réplicas debió quedarles a muchos oyentes la impresión equivocada de que el entrevistado sería un individuo comparable a cualquier desestabilizador del orden, pese a la sensatez de sus explicaciones y argumentos.

El respetable entrevistador acusó un estado lamentable de ignorancia sobre la geografía, cuando sugirió que Turbo y Caucasia estaban muy próximos (¡los separan más de 300 kilómetros!) para reiterar que una tenebrosa banda subversiva del golfo estaba detrás de las protestas. El otro día dijo que Segovia estaba en el Suroeste antioqueño. Parece de los mismos que suelen confundir a Medellín con un pueblo de tercera categoría. Ahí van acumulando méritos para aspirar a la Alcaldía de alguna gran ciudad colombiana. Pero lo más grave está en la desinformación con que pretenden informar, sin ponerse en la tarea fácil de consultar el mapa. Más cuestionable es el desprecio por las culturas regionales en este país diverso y variopinto.

Así, por ejemplo, ignoran que la minería en Antioquia no es una dedicación advenediza y novedosa, sino que está amalgamada con la historia. Es ancestral en el más puro sentido, como lo acredita la literatura, desde Carrasquilla en La Marquesa de Yolombó hasta el gran cuentista, minero e ingeniero, Don Efe Gómez, en la casi totalidad de su obra narrativa, incluída su única novela, Mi gente. Lo digo al registrar la investigación sobre esta creación novelesca, emprendida por los profesores Juan Manuel Zuluaga Robledo y Juan Andrés Alzate Peláez. Leamos también, a propósito, La tragedia del minero, Un Zaratustra maicero, Un héroe de la dura cerviz, Guayabo negro, para comprobar cómo, mucho más allá del llamado costumbrismo, Don Efe leyó e interpretó en las profundidades del alma popular el sentimiento trágico, el pesimismo de corte nietzcheano, como si cada cuento suyo fuera un descenso a los socavones del oro de veta o una inmersión en los ríos auríferos de aluvión.

La literatura de las regiones es fuente riquísima de conciencia histórica y política y de exactitud periodística. La de Antioquia sí que lo es, en la trágica faceta de la minería. Sobre todo para conocer y comprender las realidades, no las ficciones ni las leyendas negras o los estereotipos que agrandan tantos prejuicios y mentiras y fomentan la propagación de la ignorancia, en estos tiempos de pendencias, divisiones y desgobiernos en que hace tantísima falta acertar con una tarea informativa que ilustre, construya puentes de tolerancia y por lo menos no les eche más gasolina a las hogueras.

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