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Columnistas | PUBLICADO EL 30 noviembre 2022

La salud del sistema

El principal problema del sistema de salud actual es que los ingresos de la totalidad del sistema -público, privado, subsidiado, contributivo- no alcanzan a cubrir el riesgo gestionado.

Por David Yanovich - redacción@elcolombiano.com.co

Que Colombia ha tenido un avance extraordinario durante los últimos 30 años en materia de cobertura, calidad y facilidad de acceso en relación a la salud es ya una verdad incontrovertible, por mas que traten de atacar el estado actual del sistema. Que sin duda requiere cambios para seguir mejorando. Pero los cambios que se necesitan son muy distintos a los que el gobierno ha dado a entender que se incluirían en la esperada reforma a la salud que ha anunciado.

Para decirlo sin ambages y sin rodeos: el principal problema del sistema de salud actual es que los ingresos de la totalidad del sistema -público, privado, subsidiado, contributivo- no alcanzan a cubrir el riesgo que se está gestionando. Es decir, hay un desbalance entre las primas recibidas y lo que paga el sistema como servicios de salud (la siniestralidad). No importa si la gestión se hace de manera privada, pública, o mixta. No importa si la gestión es de las Eps, del gobierno directamente, o de una combinación de los dos. El problema es técnico, no político. Los ingresos no alcanzan a cubrir los gastos.

Y esto no es por la ineficiencia de los gastos de las Eps, ni mucho menos. Claro que hay Eps ineficientes. Pero no es que la plata se quede en la “intermediación”, como dice la Ministra Corcho. Se queda es en la siniestralidad del sistema, que hoy supera el 100 %. Algunas Eps tienen siniestralidad del 120 %, lo que quiere decir que por cada peso que les entra, sin siquiera considerar sus gastos administrativos, se gastan 1.2 pesos atendiendo los servicios de salud que sus afiliados demandan.

Este problema se ha visto exacerbado recientemente por varios motivos. El primero es el envejecimiento general de la población colombiana, por mayores expectativas de vida y mejor gestión en la salud. Esto hace que el gasto de salud del sistema sea mayor. El segundo es el traslado de los usuarios de una Eps a otra, sin ningún tipo de análisis de riesgo de esos usuarios. Cuando una Eps se liquida, la Supersalud asigna a los afiliados de la Eps liquidada a las demás Eps, cambiando así el perfil de riesgo de las Eps receptoras. Generalmente estos nuevos afiliados empeoran este perfil, haciendo que la siniestralidad suba. El tercero, y uno de los más importantes, es que la Unidad por Capitación (Upc), el pago que reciben las Eps por cada afiliado, es igual para todos. No discrimina entre la población sana y la enferma o con preexistencias. Es decir, no diferencia el riesgo entre unos y otros. Y el último es la ampliación, casi sin límites, del Plan Básico de Salud (Pbs), que hoy incluye procedimientos y tratamientos de altísimo costo que hay que cubrir con el presupuesto nacional.

La reforma a la salud, entonces, no pasa por eliminar a las Eps, que valga la pena decir no son meros intermediarios, sino que están cargando con la mayor parte del riesgo de aseguramiento de sus usuarios. Es decir, el principal rol de las Eps es gestionar el riesgo de salud, con lo cual precisamente se puede controlar la siniestralidad. La reforma debe considerar fortalecer todo el sistema, incluyendo a las Eps. Esto es, calcular bien la Upc, diferenciando entre población sana y enferma, racionalizar el Pbs para realmente limitarlo y, finalmente, fortalecer el capital de las Eps que lo requieran.

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