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3 y 4
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Por Juan Manuel Francisco Acevedo Maya
Se narra en el Antiguo Testamento que Esaú vendió su primogenitura a Jacob, su hermano menor, por tan solo un plato de lentejas; en ese tiempo la primogenitura significaba dignidad, respeto, reconocimiento.
Este hecho le sirvió a Laureano Gómez para que por los años 30 del siglo pasado le impusiera el remoquete de lentejos a un grupo de congresistas conservadores que, abandonando la historia, normas y principios de su partido, se unieron al gobierno del liberal Enrique Olaya Herrera, todo por cuotas burocráticas.
En la primera página del EL COLOMBIANO del 9 de septiembre, vemos la composición de las bancadas de gobierno. Es exactamente lo mismo que en su momento denunció Laureano Gómez o, mejor, aumentado a más no poder, un remake del lentejismo: partidos enteros se pliegan ante el voraz apetito de la burocracia gubernamental. Quién se iba a imaginar, ni siquiera en los más fantásticos sueños, que el Partido Conservador hiciera parte del gobierno de un presidente comunista, que el partido de Laureano Gómez, Mariano Ospina Pérez, se vendiera por puestos en el gobierno actual, en contra de los principios ideológicos que lo formaron.
Lo mismo pasa con el Liberal, de César Gaviria, quien surgió por pura suerte ante el asesinato de Luis Carlos Galán; con el Partido de la U, el partido Verde y otros tantos. Todos van como moscas a la miel, y bien sea por miel o lentejas, ¡qué barato que se venden!